31 jul 2015

Pido la Medalla de Oro de Barcelona para el asado argentino de los jueves en lo de Pepe

Ayer fui al asado argentino que prepara cada jueves desde hace 38 años para una docena larga de amigos José Luis “Pepe” Deferr en su taller mecánico de la calle Borgonya del distrito barcelonés de Nou Barris. Llevo décadas escuchando hablar como de una leyenda, con una admiración sostenida, del asado en lo de Pepe (la expresión argentina “lo de...” equivale a “casa de...”). No es una admiración distinta a la que exhiben los clientes de los restaurantes más caros y sofisticados del mundo, pero es de otra clase. Un asado argentino (o uruguayo)
no será nunca exactamente una barbacoa, ni siquiera solamente una comida. Hablamos de cosas diferentes. No se trata de poner carne al calor de la brasa y al cabo de un rato comerla. En realidad el aspecto alimenticio del asado queda en relativo segundo plano, por más que digan los expertos.
Hay en Barcelona y el resto del país buenos restaurantes especializados. Sin embargo comer asado en un restaurante, por más amabilidad y calidad que le ponga el establecimiento, no deja de ser un trato mercantil. En cambio el asado particular, entre amigos, representa una sacramento civil, un encuentro fraterno, un ritual en que los ingredientes inaparentes y secretos, aunque compartidos y valorados de modo tácito, significan el aglutinante indispensable y el sello propio de cada ocasión. 
El factor esencial de un asado es el grado de amistad que le da pie, atmósfera y sentido. La amistad es un sentimiento noble y, como tal, muy delicado. Un asado es, fundamentalmente, una cuestión sentimental. Claro está que las almas incrédulas o secas pueden participar en un asado sin enterarse de nada, de la misma forma que morirse sin haber percibido la claridad del pequeño misterio de la vida. 
En segundo lugar un asado es una competición vitalicia y sin solución por descubrir la recóndita mejor carnicería de la ciudad, categoría inestable por naturaleza que provoca discusiones encendidas desde siempre. En este momento y hasta nuevo consenso, la mejor es la carnicería Juan y Loli del mercado municipal de Canyelles (junto a la estación del metro del mismo nombre, salida por la calle Federico García Lorca/Mercat), de donde procede el asado de lo de Pepe. 
En tercer lugar los trucos y habilidades particulares de cada asador o parrillero forman una panoplia infinita de matices más o menos dogmáticos. Pueden alimentar controversias arcanas de generación en generación. En estos moment el parrillero responsable en lo de Pepe és Don Miguel Nieri. 
El sueño dorado de cada argentino (o uruguayo), residente allá o expatriado aquí, es disponer en casa de un quincho con parrilla, un espacio abierto con la parrilla a punto. Algunos lo consiguen. Tengo presentes con gratitud los asados vividos, con guitarreada de sobremesa o sin ella, en la terraza barcelonesa de María José y Luis o en la de Elvira y Carlos, en la azotea de Rodolfo o en la de Ana y Gaddafi, en el galpón de Guillermo y Patu en el Poblenou, en el jardín de Miguel y Almut en Castelldefels o en el de Montse y Jorge en Argentona (“No hay zona como mi zona, ¡viva mi tierra, Argentona!”, dice la popular “Chacarera de las piedras”, de Atahualpa Yupanqui, debidamente tuneada), así como algunos otros. 
Las instalaciones técnicas no son lo más importante, entre los ejemplos mencionados las hay de auténtica alta costura y otras sin más que el fuego en el suelo y un trozo de tela metálica. He participado asimismo en asados de más de veinte personas con guitarreadas inolvidables en el interior de algún pisito de l’Eixample, con la carne asada sobre una pequeña parrilla eléctrica doméstica. La técnica no debe ser nunca una excusa ante el espíritu. 
El mecánico Pepe Deferr dispone de su taller en Nou Barris. Se exilió de la ciudad natal de Buenos Aires (del barrio de Palermo, de la esquina de la calle Costa Rica con Medrano) en 1976 por la dictadura militar. Estuvo once meses en Madrid. A continuación instaló el domicilio en Premiá de Mar y abrió el taller de chapa, pintura y reparación de automóviles de Nou Barris, del que es el único empleado porque cree que ningún otro trabajador le aguantaría. 
Del primer matrimonio tuvo dos chicos, Pablo y Gervi, el triple medallista olímpico de gimnasia Gervasio Deferr, nacido en Premiá en 1980, actualmente retirado de la competición y director del Club Gimnástico de La Mina, en Sant Adriá del Besós, dedicado especialmente a los niños de la calle. 
La actual alcaldesa de Barcelona, que conoce bastante bien este distrito de Nou Barris, debería conceder la Medalla de Oro de la ciudad al asado de lo de Pepe, ahora que dice que se jubila. Uno de sus hijos ya tiene una medalla de oro. Que también la tenga el padre sería un acto de estricta justicia terrenal y un reconocimiento ciudadano a la continuidad del gran pequeño misterio del asado, que es la pervivencia del delicado sentimiento de la amistad. 
Al salir ayer de lo de Pepe, justo al pasar bajo la estatua de la República de la plaça Llucmajor, extrañé cn una punzada en el corazón un asado de achuras, que es el do de pecho de los asados, grasa saturada de gloria en su punto más dorado, crepitante y untuoso, con una botella de vino malbec de Mendoza y luego una buena siesta sin dormir. En esta vida no se puede tener todo, pero de vez en cuando debe intentarse.

2 comentarios:

  1. Como siempre Xavier muestra su cariño incombustible por el país y ese colectivo humano poco definible que identificamos como los "argentinos"...

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