15 ago 2017

La inaudita sensualidad oriental de Cleopatra, fantasía y realidad

En 2001 el Museo Británico dedicó una gran exposición a Cleopatra, con debate incluido sobre la belleza femenina, más concretamente la mítica capacidad de seducción de aquella reina egipcia sobre dos gobernantes romanos, Julio César y acto seguido Marco Antonio. El egiptólogo francés Jean Yoyotte, autoridad mundial en la materia, se ha rebelado contra la versión recogida por el novelista de éxito Chistian Jacq sobre la fealdad de Cleopatra, lo que permite alimentar fantasías más calientes sobre sus otros elementos inauditos de seducción. El debate continúa. El catedrático de Arqueología de la Universitat Rovira i Virgili, Joaquín Ruiz de Arbulo, mantiene en su reciente y excelente libro, a pesar del título reductor Roma explicada als
joves (i als no tan joves): “Las imágenes en las monedas nos les muestran claramente a ambos. Marco Antonio era un gigante con cara de bruto y Cleopatra una mujer fea con gran nariz aquilina. Su atractivo irresistible, reconocido por todos, tenía que ver con el carácter, la cultura extrema, el dominio de idiomas y, sobre todo, una sensualidad sofisticada aprendida en una vida de refinamientos cortesanos”.
Deberíamos añadirle la lozanía de la juventud. Cuando enamoró a Julio César, Cleopatra tenía 21 años y él 52. Con Marco Antonio, el general tenía 42 años y ella 28. Nadie ha sabido explicar hasta hoy cuáles eran aquellos refinamientos de sensualidad sofisticada, sin embargo siguen alimentando la leyenda sobre una mujer bien real y una historia bien concreta.
La figura de Cleopatra fue manipulada en el marco de la campaña interesada de Octavio contra su rival Marco Antonio, para acusarle ante el Senado de Roma de depravado y arrebatarle el poder. Cleopatra VII era el siglo I aC la reina de Egipto, aunque fuese un Egipto ya supeditado a Roma. No descendía de ninguna dinastía faraónica, sino de la posterior dinastía helenística de los Ptolomeos, los generales de cultura griega que gobernaron el país desde la ciudad de Alejandría a la muerte del conquistador Alejandro Magno. 
La reina heredó el trono de sus padres, a los 17 años. Debía compartirlo, como era costumbre entonces, con su hermano Ptolomeo XVII Filópator, quien la depuso y la exilió en Siria. Cleopatra intentó formar un ejército para recuperar el poder. No lo logró hasta la llegada de Julio César, el emperador romano que dominó todo el Mediterráneo. Devolvió el trono a Cleopatra, antes de reincorporarse a Roma. 
Ella le siguió hasta la capital imperial, donde convivieron y tuvieron al hijo común Ptolomeo XV Cesarión, único hijo varón del emperador. El asesinato de Julio César en el Senado el año 44 aC la hizo regresar con el pequeño Cesarión a Egipto. El Senado designó a un triunvirato, mantenido entre el año 43 aC y el 33 aC por los generales Octavio, Marco Antonio y Lépido, enfrentados en lo que se convertiría con rapidez en guerra civil. 
Marco Antonio pidió la ayuda de la reina egipcia en la batalla contra los asesinos de César que habían concentrado sus tropas en Grecia. Ante la negativa, se trasladó en persona a Alejandría para exigir explicaciones. Allí cayó enamorado de Cleopatra y decidió permanecer a su lado, hasta que el año 40 aC el Senado le mandó reintegrarse a la capital, donde se casó con Octavia, hermana de Octavio. 
Cleopatra dio a luz poco después de la marcha de Marco Antonio a los gemelos Alejandro Helio y Cleopatra Selene. El año 36 aC Marco Antonio retornó a Oriente como comandante de una nueva campaña militar oficial. Cleopatra se reunió con él y tuvo el tercer hijo, Ptolomeo Filadelfo. 
El éxito de la misión permitió a Marco Antonio quedarse de nuevo en Alejandría y divorciarse de Octavia. Octavio lo tomó como una afrenta del rival y declaró la guerra el año 32 aC a Marco Antonio y Cleopatra, pretextando ante del Senado la conducta desordenada de él y los delitos aun peores de ella: brujería, incesto, lujuria, adoración de animales... 
La derrota de la pareja en la batalla de Accio el año 31 aC les llevó al suicidio: Marco Antonio dejándose caer sobre la propia espada y Cleopatra con la famosa serpiente áspid camuflada en un cesto de fruta. El hijo Cesarión fue asesinado por orden de Octavio, a partir de entonces césar augusto. 
El poder de seducción de la reina egipcia de Alejandría sobre dos grandes generales romanos fue llevado a la literatura dramática por Shakespeare en 1606 en la obra Antonio y Cleopatra, por George Bernad Shaw en la obra homónima estrenada en 1901 y por la superproducción hollywoodiense protagonizada en 1963 por una regordeta Liz Taylor, Rex Harrison en el papel de Julio César y Richard Burton en el de Marco Antonio. La tumba de la Cleopatra real aun no ha sido hallada.

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