1 jun 2020

Volver a París aunque solo sea por ver de nuevo los castaños en flor

Al encargar la reforma urbanística moderna de París en 1860 al barón de Haussmann, una de sus decisiones fue plantar a lo largo de los nuevos bulevares castaños de Indias, los cuales han contribuido a la elegancia atribuida a la capital francesa, con sus características hojas de cinco lóbulos, las castañas en otoño y las espectaculares flores verticales en forma de racimo erecto de tonalidad blanca, rosada o azul en primavera. Durante largos años fui a París en esta época para contemplar de nuevo los marroniers en flor de los Jardines del Luxemburgo o del Bulevard Hausmmann (en el nro. 102 el polen de los castaños que entraba por la ventana provocaba crisis de asma a Marcel Proust). Era el segundo árbol más presente en las calles de la
capital después de los plátanos.
Los servicios municipales velan sobre un total de 500.000 árboles, de los que la mayoría (300.000) corresponden a los dos bosques parisinos de Boulogne y Vincennes. Los de hilera en las calles suman 100.000 ejemplares y en los parques y jardines 40.000. Sin embargo las cifras alcanzan difícilmente a reflejar el impacto de los castaños en flor en los Jardines del Luxemburgo, el parque más céntrico y concurrido en pleno Barrio Latino. En un momento u otro de la vida muchos hemos amado en este escenario que parece habilitado para acoger los sentimientos positivos y las efusiones.
En el Luco, apodo coloquial en argot parisino de los Jardines del Luxemburgo, entre mayo y junio la flor de los marroniers se multiplica en cada árbol hasta recubrirlo “con orgullo de sexualidad recién estrenada”, dice Narcís Comadira en el libro Dies de França.
La mitad de los árboles de los Jardines del Luxemburgo eran castaños de Indias, ahora los sustituyen por especies más resistentes a las condiciones actuales. Me gusta regresar a los rincones de los Jardines del Luxemburgo. La felicidad ya no está de la misma forma que en etapas anteriores, pero el lugar y yo sí que estamos.
Los estados de ánimo fluctúan y se tiene que saber encajar la limitación de estímulos. Los días cansinos pueden durar, pero eso no modifica el plan de trabajo, me digo cuando vuelvo --o pienso en volver-- por los castaños en flor.

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