Pàgines

22 mar 2012

En defensa del color gris

Por alguna razón extraña, el color gris tiene una reputación idiota. La grisura se utiliza como sinónimo de falta de carácter, monotonía y mediocridad, como si ese tono de la paleta equivaliese al blanco ensuciado, al medio luto, a un color neutro, mate, nebuloso, apesadumbrado, sordo, átono, indeciso, desalentado, taciturno, lívido y plomizo. Todo eso es un  error. No valorar la riqueza del humilde gris es un problema de materia gris. En realidad constituye uno de los colores más plenos y sabios, el de los
matices más sutiles y elegantes. Valorar el espectro del gris representa un arte mayor: del gris perla casi transparente al gris plateado o acharolado, el gris ahumado, el gris de asfalto, el gris reluciente del estaño... Es el color majestuoso de los olivos y de la ciudad de París. Con eso debería bastar para empezar a rebatir la leyenda infundada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario