Amante de caminatas por los paisajes provenzales, solía utilizarlas para poner a prueba, en voz alta, los poemas en gestación. Vivió casi toda su vida en Isle-sur-la-Sorgue, cerca de Aviñón, el pueblo natal que él desembarazó de los clichés de la Provenza de acuarela. Dio a la comarca una pasión que no es la del cliché. Tenía un sentido moral del paisaje. Tras el aspecto de cíclope esquinado (1,92 metros de altura, mandíbula de Polifemo), palpitaba una de las voces más líricas y renovadoras. Demostró que el localismo meridional no siempre fue de cartón-piedra. Alternó el curso del año entre la tierra natal y el hervidero cultural de París, mientras desembarcaban en la Provenza los
descubridores del paisaje que hace manar vino y miel en cada fuente.
descubridores del paisaje que hace manar vino y miel en cada fuente.
Lawrence Durrell, instalado en Sommières, produjo su Quinteto de Aviñón, cinco novelas más bien tibetanas. Peter Mayle vendió cuatro millones de ejemplares del libro Un año en Provenza, crónica de su aclimatación al villorrio de Menerba, una caricatura de los rústicos locales.
René Char prefería la verdad desnuda. En algunas ocasiones su poesía parece hermética, escrita en una época de vanguardias dominadas por la abstracción. En uno de los aforismos agudos, aéreos, fulgurantes como una flecha, dijo como un nuevo Heráclito: “La lucidez es la herida más cercana al sol”.
Durante la ocupación alemana se incorporó a la Resistencia. “Maté a algunos cabrones por necesidad militar y cívica en 1940-44. No me enorgullezco de ello, hay demasiados cabrones supervivientes que les prolongan y les superan. Ahora estoy en contra de la pena de muerte, no soluciona nada”, declaró en 1950.
Verse convertido en héroe de la Resistencia no le impidió retirarse de nuevo a Isle-sur-la-Sorgue para dedicarse a la poesía. Las dos obras escritas durante el conflicto, Tan solo subsisten y Las hojas de Hipnos, fueron sus primeros éxitos editoriales, ayudado por la imagen pública de dirigente del maquis.
Invitado por Char, Albert Camus veraneó en Isle-sur-la-Sorgue durante tres años, antes de comprar con las ganancias del Premio Nobel una casa en el pueblo vecino de Lourmarin, donde fue enterrado tras el accidente de circulación de 1960. Se conocieron en les dependencias de la editorial Gallimard, en la sede parisina de la calle Sébastien Bottin.
Maria-Claude de Saint-Seine, convertida en Marie-Claude Char, conoció a su futuro marido el año 1976 en el despacho que había sido de Albert Camus en Gallimard, donde trabajaba como joven redactora del departamento de prensa. El poeta la invitó a Isle-sur-la-Sorgue y ella se presentó con sus dos hijos de corta edad. Se casaron en octubre de 1987, a sus 80 años, poco antes de morir en febrero siguiente. “Solo tenemos un recurso ante la muerte, producir arte antes que ella”, escribió Char.
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