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1 mar 2019

La mirada del poeta Joseph Brodsky con ojos color de mostaza y miel

Joseph Brodsky, nacido y criado en San Petersburgo, empezó de joven a practicar la poesía y la traducción. A los 24 años fue acusado por el régimen soviético de “parasitismo social” y condenado a cinco años de trabajos forzados, de los que solo cumplió uno y medio gracias a la intervención de Jean-Paul Sartre y otros intelectuales. En 1972 las autoridades le “sugirieron” que abandonase la URSS. Lo hizo con una maleta que contenía la máquina de escribir y un libro de poemas de John Donne. Tras cortas estancias en Viena y Londres, encontró empleo de profesor en universidades norteamericanas, primero la de Michigan y luego la
Columbia de Nueva York. Con el primer sueldo de profesor adoptó la costumbre de pasar las vacaciones académicas de Navidad y Año Nuevo en Venecia. Lo mantuvo durante diecisiete años seguidos. Se derivó su magistral libro en prosa Marca de agua y varios poemas.
En 1987 le concedieron el premio Nobel de Literatura. Poco después conoció durante unas clases que impartió en la Sorbona a la joven estudiante italiana Maria Sozzani, “de ojos color de mostaza y miel” (foto adjunta). Se casaron en 1990, tuvieron una hija.
Joseph Brodsky murió de un ataque cardíaco en 1996, a los 55 años. Está enterrado en el cementerio veneciano de la isla de San Michele. En la cara posterior de la lápida figura el epitafio Letum non omnia finit (La muerte no acaba con todo).
De la luz invernal de Venecia --sombra viciada de vaguedad-- él extrajo luminosos instantes. Releo el sonido, el ritmo, el relieve que corre por las palabras de Brodsky los días que en que me siento cansado de la lucha contra la estupidez vocinglera, el bluf ampuloso, el alud de ignorancias y manipulaciones del furor mediático, la vulgaridad envanecida y la verborrea inherente a los ciegos que no saben que lo son.
Nadie en su sano juicio debe pensar que el tiempo, el amor ni la literatura lo curan todo, aunque a veces calman el nervio gracias a un brizna de ternura o compasión, con una disposición antiretórica ágil y exacta como el vuelo de un pájaro.

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