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Las islas Formigues |
La importancia de las islas Formigues no radica en su reducidísima superficie rocosa y áspera, sino en la mirada de los habitantes de Palamós, Mont-rás y Palafrugell que no podrían imaginar el horizonte marino cotidiano sin esta seña de referencia visual y afectiva. Para ellos la raya euclidiana del confín del mar no ha sido nunca un desierto, sino el anfiteatro centrado por la silueta familiar que designan como l'illa, la isla, en singular. Las Formigues son un emblema identitario de esta
costa, un pequeño mito irrenunciable, una piedra miliar que no tiene necesidad de gigantismos ni truculencias telúricas.
Los estrictos datos materiales, históricos o legales pasan a segundo plano ante el protagonismo sentimental. Sería imposible que hubiesen estado nunca habitadas, por falta de espacio, vegetación terrestre y fuentes de agua. Incluso resulta muy dudoso que el almirante Roger de Lauria desembarcase ni pasase la noche aquí a raíz de la célebre batalla de las Islas Formigues en verano de 1285, como escribe el cronista medieval Ramón Muntaner.
Flotando como boyas roqueras, el diminuto archipiélago granítico está integrado por la isla Grossa (también llamada Sa Trona o Formiga Gran), la isla Plana o Sa Planassa (cuya rugosidad anula las virtualidades de la superficie llana) y los islotes más reducidos todavía de Sa Corba, S'Escuit Llagoster y Es Furió de Fora. Muchos de sus vericuetos reciben nombres ancestrales que hasta hace poco resultaban familiares y que tal vez serán pronto una mera curiosidad toponímica: Sa Roca Nerera, Sa Llosa del Vapor, Sa Creu de l'Illa, Sa Roca de la Sardana, Es Concagats, Ses Lloses de Llevant y de Ponent, Es Corral de l'Illa, Es Freu, etc.
La silueta de las islas Formigues se vio desfigurada en 1982 por la instalación de un faro baliza de diseño funcionarial en lo alto de la isla Grossa. La torreta de catorce metros, alzados sobre una caseta de obra color blanco, hubiera podido ser imaginada con algo más de ingenio paisajístico. También habilitaron en el mismo momento un pequeño embarcador para los empleados de mantenimiento del aparato.
Pese a la ausencia de vegetación terrestre, las Formigues son un hábitat privilegiado de muchas especies y punto predilecto de una variada cantidad de aves, entre ellas gaviotas, alcatraces, pardelas, charranes y cuervos marinos. La tradicional abundancia de pescado resulta hoy difícil de asegurar, pese a que sucesivas generaciones hayamos puesto los ojos en blanco ante las langostas de l'illa o por lo menos ante una fritura humilde y deliciosa de peixi minuti recién pescado, si no podíamos pillar un mero, una cabracho, una corvina, un congrio o un vuelo de sardos.
La jurisdicción territorial sobre las Formigues por parte de Palamós, Palafrugell y Mont-rás (municipio interior con simbólica franja costera) es un embrollo secular que quizás algún día se resuelva, igual que el debate sobre la reglamentación de usos de la Reserva Marina de Interés Pesquero, a fin de que el pescado de l'illa no tenga el mismo final que su coral.
Descobrir, septiembre 2010
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