El hecho de asistir ayer viernes en Figueres a la resurrección del librito de Manuel Ibáñez Escofet sobre el futbolista Kubala, publicado en 1962 y reeditado ahora por la editorial Cal.lígraf, me pareció más importante que muchas de las presentaciones de best-sellers que proliferan estos días previos a Sant Jordi. Los libros tienen una vida cortísima en las librerías y entre el público lector, solo escapan a la regla un reducido puñado de clásicos. También escapan algunas pequeñas pero colosales excepciones, como esta biografía popular del ídolo futbolístico, escrita por un maestro de periodistas. El prólogo del también periodista Josep M. Sòria a la nueva edición da la clave de la importancia del librito. La primera edición de 1962
solo aspiraba a ser una normalización divulgativa del periodismo escrito en catalán, a caballo de la popularidad de Kubala. Se convirtió en más que eso.
solo aspiraba a ser una normalización divulgativa del periodismo escrito en catalán, a caballo de la popularidad de Kubala. Se convirtió en más que eso.
He releído el libro con devoción renovada. Me ha hecho a revivir mis visitas al oráculo del pueblo ampurdanés de Capmany, quiero decir a Manuel Ibáñez Escofet una vez jubilado del fragor de dirigir El Correo Catalán, Tele/exprés y La Vanguardia. En su casa habilitada en la antigua escuela de párvulos, repetía la mejor lección del personaje que odiaba ser tratado de maestro, pese a la evidencia de serlo.
Proclamaba, con aquella severidad traviesa que solía poner a sus proverbiales contundencias: “El periodista debe tener tres calidades: pasión por escribir, curiosidad y humildad”. Se lo había escuchado tantas veces, que si no lo hubiera repetido le habría encontrado caduco, y eso su estilo de seductor paternal no lo hubiera consentido.
El trabajo reeditado sobre Kubala tiene el acierto de añadir algunos artículos suplementarios de Ibáñez Escofet, porque su producción articulista contiene joyas literarias en la misma proporción o más que sus libros, por ejemplo el reportaje “La Costa Brava en invierno” publicado en el semanario Tele/estel o la conferencia virgiliana que leyó en el III Seminario de Enología de Vilafranca del Penedés sobre la antigua viña de su abuelo en Roses.
Hoy el periodismo se hace de otro modo y en Capmany el vino tiene otra calidad. Sin embargo hay viejas lecciones que enriquecen con el paso del tiempo. Manuel Ibáñez Escofet murió en diciembre de 1990, tres años después de la jubilación administrativa. Entonces Josep M. Sòria ya recordó en La Vanguardia: “Decía que para ser periodista se precisan tres condiciones: curiosidad universal, ansia por comunicar y humildad”.
De los tres requisitos que nos inculcaba, la curiosidad y la pasión son los más fáciles. La humildad es la más valiosa en los tiempos que corren.
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