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6 jun 2020

Contar los muertos debería ser una meticulosa prueba de respeto

Todos podemos ser comprensivos con las dificultades sanitarias para combatir un virus inesperado, incluso la gestión de la Organización Mundial de la Salud ha sido puesta en tela de juicio. Sin embargo resulta incomprensible que los países de administración pública consolidada no hayan sido capaces de contar los muertos con una aritmética simple y oficial. Las cifras de defunciones se han visto reajustadas, desmentidas o retocadas de un día para otro, convertidas en uno de los aspectos más confusos --o quizás más reveladores-- de la falta de rogor de las administraciones públicas. Se ha producido aquí y en múltiples países distintos. El
Registro Civil funciona desde hace cerca de dos siglos (nacimientos, matrimonios, defunciones, etc.) y parecía una herramienta básica indiscutible. Una situación de emergencia admite desajustes e improvisaciones por su propia naturaleza, pero este punto en concreto resulta difícil de entender por un total inferior a las 30.000 defunciones en el conjunto de España a lo largo de tres meses.
Siempre se ha dado una tendencia inmoral a negligir la cifra concreta de muertes en casos como las guerras. En España aun no se sabe cuántas causó la Guerra Civil. Calculan que entre 600.000 y 700.000, cuando solo sumaba 24 millones de habitantes, la mitad que ahora. Sigue sin existir un censo nacional de muertos de la Guerra Civil.
Lo mismo sucede a escala internacional con la Primera y la Segunda Guerra Mundiales. Los muertos de la primera se estiman entre 70 y 83 millones (la mitad civiles), en la segunda los civiles ascendieron a dos tercios de los 50 millones de muertos. Se trata de estimaciones que difieren sensiblemente según las fuentes de cada país, sin que se haya producido ningún consenso histórico compartido.
En el caso de la actual pandemia, las muertes a escala mundial son del orden de 0,38 millones (casi un tercio en Estados Unidos), sin embargo la dificultad o la negligencia a la hora de contarlas respetuosamente se ha producido igual.

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