Hoy lunes abre de nuevo las puertas el museo del Louvre sin turistas japoneses ni americanos (la mayoría de sus 10 millones de visitantes anuales), con reserva obligatoria y mascarilla. De momento “solo” reabre el 70% de los espacios. El museo más concurrido del mundo con todo motivo, que el pasado verano tuvo que cerrar la entrada algunos días por overbooking de visitantes, se ofrece ahora como quien dice en la intimidad, incluidas la Victoria de Samotracia, la Venus de Milo y la Gioconda. Es una excelente noticia. Cuando en 1989 inauguró la espectacular y rupturista pirámide de cristal como entrada principal, sumaba 2,7 millones de visitantes anuales y desde entonces los ha cuatriplicado. Siempre me ha parecido discutible
la costumbre turística de ir forzosamente de museos al visitar una ciudad. Yo no lo hago, solo vuelvo si tengo un motivo preciso y renovado, no por costumbre. Excepto al Louvre, el único al que vuelvo siempre, con motivo o sin él. Constituye un espectáculo en sí mismo y uno de los mejores paseos parisinos, además de las piezas eminentes que contiene y las exposiciones que organiza. Las piezas ya las conozco, sin embargo el recorrido del Louvre se renueva continuamente con envidiable dinamismo.
la costumbre turística de ir forzosamente de museos al visitar una ciudad. Yo no lo hago, solo vuelvo si tengo un motivo preciso y renovado, no por costumbre. Excepto al Louvre, el único al que vuelvo siempre, con motivo o sin él. Constituye un espectáculo en sí mismo y uno de los mejores paseos parisinos, además de las piezas eminentes que contiene y las exposiciones que organiza. Las piezas ya las conozco, sin embargo el recorrido del Louvre se renueva continuamente con envidiable dinamismo.
De mañanita acudo a hacer cola antes de la apertura de puertas, cuando en verano apenas acaba de clarear o en invierno todavía es de noche y reina una temperatura impertinente, de modo que al entrar experimento una satisfacción ganada con algo de esfuerzo y por lo tanto doblemente gratificante. Echo un vistazo de pasada a la Victoria de Samotracia, la Venus de Milo y la Gioconda. Me fijo más en las dos cosas que me hacen volver: el ballet de visitantes fascinados y, sobre todo, la vista al exterior que ofrecen los ventanales del antiguo palacio real. Asomados al aire libre de los jardines de las Tullerías, son su obra de arte que me conmueve más.
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