La salida de la autopista en Girona-Nord se ve dominada en el horizonte por las grúas de construcción plantadas en la cumbre estratégica de la montaña de Sant Julià de Ramis desde años atrás, incluso en plena paralización de la burbuja inmobiliaria. El enjambre de grúas en un punto tan vistoso ha planteado desde el primer día una pregunta sin respuesta: ¿qué están haciendo, tan voluminoso? El diario El Punt-Avui tituló el 17 de marzo del año pasado: “Las obras del castillo de Sant Julià avanzan en medio del secretismo”. Cuando los primeros rumores apuntaron hacia la mano de la diseñadora Elsa Peretti como promotora de la construcción, las piezas del puzzle interrogante empezaron a encajar. Se trata de una de las personas más discretas e influyentes de la comarca en materia de patrocinios. Comenzó a decirse que proyectaba un gran centro de arte moderno en la antigua fortaleza militar de la montaña de Sant Julià de Ramis, ya fortificada por los romanos al paso de la Vía Augusta por el desfiladero que domina el Gironès por un lado y el Empordà
por otro.
Entre la lista de personas que recibieron en 2013 el Premio Nacional de Cultura de la Generalitat figura el nombre de Elsa Peretti. No sirvió para que la Fundación Elsa Peretti divulgase de una vez la larga lista de sus mecenazgos, a los que deberían sumarse a escala internacional los de la Fundación Nando Peretti, que preside igualmente la hija. La lista tumbaría de espaldas a muchos.
por otro.
Entre la lista de personas que recibieron en 2013 el Premio Nacional de Cultura de la Generalitat figura el nombre de Elsa Peretti. No sirvió para que la Fundación Elsa Peretti divulgase de una vez la larga lista de sus mecenazgos, a los que deberían sumarse a escala internacional los de la Fundación Nando Peretti, que preside igualmente la hija. La lista tumbaría de espaldas a muchos.
La Fundación Elsa Peretti tiene la sede social desde 1996 en el pueblito de Sant Martí Vell, de 250 habitantes, en territorio del Gironès asomado al Baix Empordà, dentro de una bellísima demarcación en la que resulta difícil deambular mucho rato sin sentir la influencia resolutiva y discreta de esta mujer de envergadura.
La parte de proyectos patrocinados por Elsa Peretti que conozco la sé por vía privada a través de los beneficiarios, raramente a través de la fundación o los medios públicos. El centro de arte contemporáneo en construcción en lo alto de la montaña de Sant Julià de Ramis no es más que la punta del iceberg.
Nacida en Florencia en 1940, era la hija de un acaudalado industrial italiano del petróleo cuando a los 21 años se marchó de casa para convertirse en monitora de francés, natación y esquí en una escuela suiza de chicas de casa bien. Aguantó poco, antes de ejercer de modelo de moda en Milán y en la Barcelona de Bocaccio, a los 25 años. En 1968, a los 27, se instaló en Nueva York y seu convirtió en diseñadora de joyas para Tiffany, de la que ahora es diseñadora estrella.
En 1969 compró, restauró y habitó una masía en ruinas en Sant Martí Vell. Aquella masía se ha multiplicado mucho desde entonces con nuevas propiedades e iniciativas de Elsa Peretti en la comarca.
Ayer domingo el Diari de Girona informaba que el centro de arte en construcción en Sant Julià de Ramis contará en anexo desde finales del año en curso con un hotel de 15 habitaciones de gran lujo impulsado por el joyero barcelonés Ramón López, productor de algunos de los diseños de Elsa Peretti. El artículo recordaba de paso que los promotores se han mantenido en el anonimato y no han permitido en ningún momento el acceso de la prensa a las obras.
Cada día que transcrurre confirmo mi impresión de que el centro de arte más voluminoso de Elsa Peretti no es el de Sant Julià de Ramis, sino la propia biografía que quizás no facilitará nunca.
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