Unos amigos tiene una casa con jardín en Les Gunyoles, municipio agregado de Avinyonet del Penedés, a la sombra de una torre circular romana del siglo I, bajo la cual ayer montamos nuestra pequeña y doméstica bacanal. Esa sombra se siente, porque encarna la huella de la romanización en la Hispania tarraconense. Cuando me invitan, no ceso de mirar y remirar la torre romana con una insistencia intrigada. No se trata de una torre fortificada de vigilancia y defensa, como hay tantas. Esta es una torre funeraria romana auténtica, edificada como memorial para contener la urna cineraria de un patricio, al pie del ramal de la Vía Augusta que conducía de Martorell a El Vendrell a través de la comarca del Penedés. Es el único
edificio sepulcral romano de cuerpo cilíndrico conocido en toda la Península Ibérica y uno de los pocos fuera de Italia (la Torre de los Escipiones tarraconense también es un monumento funerario del siglo I, pero de planta cuadrada).
edificio sepulcral romano de cuerpo cilíndrico conocido en toda la Península Ibérica y uno de los pocos fuera de Italia (la Torre de los Escipiones tarraconense también es un monumento funerario del siglo I, pero de planta cuadrada).
La romanización se ha visto mitificada como todas las doctrinas de los vencedores, pero sin duda significó en muchos lugares un grado incipiente de alfabetización, la aplicación del derecho romano, el aprendizaje de nuevas técnicas y un conjunto de beneficios, ni que estuviesen acompañados por la devastación bélica y la explotación de la esclavitud. El Imperio romano demostró habilidad en subordinar a otros pueblos, estabilizar en ellos su administración, coordinar la anexión con la colonización.
La torre romana de Les Gunyoles es menos conocida que el Arco de Berá, el anfiteatro de Tarragona o las ruinas de Empúries, aunque simbolice igualmente todo eso que estoy escribiendo precisamente en una lengua derivada del latín de aquellos romanos. La propiedad de la finca con la torre romana recayó por herencia en la hacendada Pilar Torrescasana Domènech, casada con el médico dermatólogo barcelonés Pau Umbert Corderas. El hijo Enric Umbert de Torrescasana, también médico dermatólogo, se casó en 1940 con Cecilia Millet Genové y tuvieron 16 hijos. Cecilia Millet, de 101 años, sigue pasando el verano a la sombra de la torre romana. Mis amigos también.
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