Hoy es 22 de febrero. Ochenta años atrás Antonio Machado moría de pena y desconsuelo en una pensión de Collioure, después de tan solo veintiséis días de llegar al exilio. Actualmente se cubre en coche con toda comodidad un paso de frontera que los exiliados republicanos, en pleno invierno de 1939, tuvieron que recorrer a pie como un calvario. Considerado ya entonces como el primer poeta castellano vivo, Machado decidió no marchar de España al estallar la Guerra Civil, a diferencia de lo que hicieron Ramón Menéndez Pidal, Américo Castro, Azorín, Pío Baroja, José Ortega y Gasset, Juan Ramón Jiménez, Ramón Gómez de la Serna, Gregorio Marañón, Pedro Salinas, Salvador de Madariaga, Ramón Pérez de Ayala y otros
intelectuales. Se quiso quedar en el domicilio familiar de Madrid como gesto de apoyo a la legalidad republicana.
intelectuales. Se quiso quedar en el domicilio familiar de Madrid como gesto de apoyo a la legalidad republicana.
De allí fue evacuado a Valencia y luego a Barcelona, siempre tras los pasos del gobierno republicano. En el momento de la retirada a Francia, cruzó por el puesto fronterizo del Coll dels Belitres, en Cerbère. Al día siguiente, sin aceptar las ofertas oficiales de traladarse a Perpiñán o París, tomó el tren local y se apeó tan solo después de tres estaciones, en el pueblecito de Collioure.
Acogido por la propietaria del hotelito Bougnol-Quintana, murió “ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar”, como auguraban sus versos. La madre falleció dos días más tarde en la misma habitación.
Dentro de la sencillez vocacional de Machado, su sepultura en Collioure se ha convertido, después de no pocas peripecias, en el memorial más conocido y concurrido del medio millón de republicanos que cruzaron derrotados la frontera, junto a quienes él quiso compartir el destino hasta el final.
Mi libro del 2013 Els últims dies de Machado acaba con el siguiente párrafo: “A de cada visita a la tumba de Machado me parece más que allí hay algo también mío, que no aplastaron del todo a los ideales de su época y que se parecen mucho a los de hoy”.
Mi libro del 2013 Els últims dies de Machado acaba con el siguiente párrafo: “A de cada visita a la tumba de Machado me parece más que allí hay algo también mío, que no aplastaron del todo a los ideales de su época y que se parecen mucho a los de hoy”.
Murió el poeta lejos del hogar,
le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar:
“Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar”.
Golpe a golpe, verso a verso.
0 comentarios:
Publicar un comentario