29 oct 2020

El otoño es una de las estaciones más vitales, digan lo que digan

Pretenden adjudicar al otoño el sanbenito de una imagen melancólica y crepuscular excesiva, cuando en realidad ofrece momentos del año de vitalidad culminantes, barnizados por la luz licorosa que queda después de la vendimia. Llueve algo más Aparecen las mejores setas, la uva, los higos, los platos de caza con gusto a bosque. En las playas resguardadas se está mejor que nunca, los días propicios. No siento la supuesta melancolía del otoño como un símbolo de decaimiento, un presagio triste, cenizo y enfriado, ni siquiera con la mascarilla colocada y la movilidad limitada. Me estimula igual que las otras estaciones a acometer y sentir las cosas propias del momento. No le

veo ninguna metáfora natural sobre la decadencia, más bien el gozo de la maduración. Ya sabemos que el rebrote general es característico de la primavera, pero en otoño y en invierno también rebrotan algunas cosas y algunas promesas. 

En otoño he vivido algunas de las experiencias más vitales. Un año me encontraba en Nueva York y me sorprendió el empeño de mis anfitriones por llevarme a comer a Bear Mountain y contemplar la caída de la hoja en los bosques de la zona. Se obstinaban en considerarlo un espectáculo natural único, de reputación universal y características incomparables.

Los bosques de la Costa Este de Estados Unidos y Canadá son de dimensiones superlativas y con un estado de conservación envidiable. En cambio mi unidad de medida se ha formado en un país de minifundios y matices locales. El gigantismo no me admira por sí solo.

Al llegar el otoño veo cada año en las revistas ilustradas reportajes exuberantes sobre el cromatismo del indian summer o veranillo de San Martín en los grandes bosques norteamericanos, con las fotos de la caída de la hoja y su exhibición de colores. Recuerdo la ilusión con que me lo enseñaron sobre el terreno.

Si no puedo desplazarme al Montseny, al Pirineo o a cualquier otra comarca, salgo de casa y bajo a contemplar los árboles del pequeño parque próximo, encajonado entre edificios y estrangulado por la circulación. Me siento en un banco, asisto al equivalente de indian summer que tengo a mi alcance y agradezco a los anfitriones norteamericanos que me inocularan una de las ilusiones activas del otoño.

 

0 comentarios:

Publicar un comentario