La tardía aparición de una parte de los Dietarios de Joan Estelrich (1896-1958), recién publicados por la editorial Quaderns Crema, vienen a proyectar algo más de luz directa sobre uno de los intelectuales más vitales, enciclopédicos, brillantes y cosmopolitas de la época republicana, amigo y contertulio de Valéry, Huxley, Maurras, Mauriac, Claudel, Keyserling o Pirandello, exactamente encajonado entre Eugeni d’Ors y Carles Riba. El mallorquín Joan Estelrich fue nuestro Stefan Zweig, salvando las distancias. Nacido en Felanitx de familia humilde, primero se ganó la vida como empleado del diputado terrateniente menorquín Gabriel Squella, después de Juan March y, finalmente, de Francesc Cambó. Desde 1995 el entonces director de la Biblioteca de Catalunya, Manuel Jorba, tuvo acceso a los documentos inéditos de Estelrich, legados a la institución por los descendientes, preparando estos Dietarios. No se pudieron publicar en el
momento de las conmemoraciones del centenario de Estelrich y se han visto editados ocho años después. Ahora bien, aquel algo más de luz directa sobre el personaje que permiten los Dietarios tampoco debería deslumbrar y desembocar en
una santificación. Francesc Cambó y sus seguidores, como Estelrich, prestaron apoyo de forma directa a la dictadura de Primo de Rivera y a la guerra civil de Franco, para defender sus intereses oligárquicos en contra de la legalidad democrática. Joan Estelrich fue un franquista voluntario, sostenido y premiado en 1952 con el cargo de delegado de España en la UNESCO, la primera de las instituciones de les Naciones Unidas en que fue admitida la dictadura. Como escribió el propio Estelrich: “Si para practicar con éxito la política hay necesidad a menudo de perder totalmente la memoria, para juzgarla se exige mantener muy vivos los recuerdos”.
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