14 abr 2021

Muerte y resurrección del Frenassu, el último bar de carretera

Cuando abandono la autopista a la salida Figueres-sud y supero con un último esfuerzo la circunvalación de la capital ampurdanesa, el desvío de la carretera a Llançà ofrece un paisaje de huertos y sembrados con barreras de cipreses contra la tramontana, pequeños viaductos de riego, hedor de purines algunos días, la vía del tren de Francia y la rodilla pelada del castillo de Quermançó. El primer cambio de rasante abre el llano de Pedret i Marzà, partido per una recta inacabable de asfalto donde el coche se embala solo. En esta recta se mató en accidente de circulación el colega periodista Carles Sánchez Costa en 1983, a los 35 años. Es uno de los motivos por los que levanto el pie del acelerador. Otro es para detenerme en un punto preciso de la recta, en el bar de carretera que llevaba el poético nombre de El Frenasu. Cerró y lo lamenté, igual como ahora celebro que haya reabierto con el nombre de Agro Botiga Bar, regentado por los responsables del vecino Vivero Itxart. Propone una larga carta de desayunos de tenedor, incluso ofrece cus-cús. Conviene guardar el mode de los bares de carretera, quedan poquísimos. Algunos ofrecían con enorme modestia pequeñas suculencias de la cocina básica y han cerrado porque ahora la clientela se desplaza por autovías en las que detenerse en el arcén queda descartado o por autopistas con “áreas de restauración” muy expeditivas. Los pocos supervivientes se han refugiado en carreteras secundarias y subsisten como un tesoro más escondido aun.
El gusanito malsano de la opulencia corroe la flor de la victoria de estos establecimientos, los empaña con un velo de desdén, pretende convertir su supervivencia en anécdota marginal. Los últimos bares de carretera como este resultan muy secundarios en la cotización oficial pero la cotización oficial se equivoca, ya sea por ignorancia, por papanatismo o por interés.


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