Las incesantes acciones judiciales alrededor de los casos de corrupción revelan que la estructura institucional española y catalana se encuentra severamente carcomida y requiere obras de reforma, pero sería iluso confiarlas exclusivamente a los tribunales de justicia. La “pena del telediario”, las continuas revelaciones de actualidad sobre esas acciones judiciales no pueden suplir por sí solas unas obras de reforma institucional que deben hacerse entre todos los ciudadanos a través de las urnas. Además,
el rosario de imputaciones se produce en un clima de crisis económica, que unos padecen mucho más que otros, sin que la clase política –imputada o no— ofrezca las soluciones que deberían formar parte de su tarea.
el rosario de imputaciones se produce en un clima de crisis económica, que unos padecen mucho más que otros, sin que la clase política –imputada o no— ofrezca las soluciones que deberían formar parte de su tarea.
La administración de justicia halla indicios de delito para procesar a un imputado y el juez determina al cabo de un tiempo si es culpable o inocente. Los vericuetos de la justicia pueden ser implacables, aunque a menudo lentos y de resultado imprevisible. Delegar en la administración de justicia la labor de saneamiento de la vida pública que corresponde a los ciudadanos a través de su voto sería una ilusión necesariamente incompleta y frustrada.
La ola del movimiento de jueces italianos Manos Limpias provocó en aquel país entre el año 1992 y el 2000 una insólita cantidad de procesos contra políticos corruptos. Los juicios desembocaron en la desaparición de todos los grandes partidos, sometidos a un cambio cosmético de siglas. La esforzada limpieza judicial no sirvió para nada duradero.
La moralización de la vida pública sigue siendo el cambio pendiente sin el cual todo lo demás se convierte en puro humo. Este cambio no lo pueden conducir solamente los jueces, sino la postura activa de la mayoría social expresada sobre todo en las urnas.
La moralización de la vida pública sigue siendo el cambio pendiente sin el cual todo lo demás se convierte en puro humo. Este cambio no lo pueden conducir solamente los jueces, sino la postura activa de la mayoría social expresada sobre todo en las urnas.
La “pena del telediario”, por más reiterada y escandalosa que pueda resultar, no resuelve nada por sí sola. Los tribunales y el derecho penal, por sí solos, tampoco. Las reformas institucionales solo se llevan a cabo a través de la movilización social y los resultados electorales.
0 comentarios:
Publicar un comentario