El amigo psicoanalista Pere Llovet ha querido responder al artículo anterior sobre nuestra paseo y discusión alrededor de Sant Pere de Rodes con los siguientes párrafos, que ha colgado en Facebook y reproduzco aquí: “Los psicoanalistas deberían ir a pasear más a menudo alrededor de Sant Pere de Rodes. Esta es la frase que tomo del relato de Xavier sobre nuestro encuentro. Pero hablemos claro: muchos otros lugares también cumplirían. La cuestión no es el lugar externo (aunque ayude, y mucho), sino el lugar interno. He aquí una conclusión a la que llegamos sin que haya quedado reflejada: mantener vivo el interés, lo que más llanamente (a la manera de Josep Pla) denominaríamos “ganas”. Ciertamente, los lugares externos nos ayudan. Son un marco de referencia que nos damos, un objetivo que nos marcamos, una gratificación que perseguimos. Amigo Xavier, te quejabas de los miembros de las parejas que pierden el interés y estoy de acuerdo. Además de las infidelidades (o los celos), es la “bestia negra” de nuestras consultas. La pérdida de interés, no tan solo hacia el otro (eso se sobreentiende), sino también por todo lo demás que hemos dicho: el marco de referencia, los
objetivos y las gratificaciones, son grandes amenazas para las parejas.
objetivos y las gratificaciones, son grandes amenazas para las parejas.
Dicho de otro modo, tal como señalo en el propio título de mi libro, la cuestión es mantener "la conexión emocional”. Con el otro y con uno mismo; con uno mismo y con el entorno. Y bien, sin extenderme mucho más, deseo comentar el episodio dl libro El mirall de l’Acròpolis, de Xavier Febrés.
Diría que Eleftheria, la heroína del relato sobre la pareja, se muerde la cola. Se enamora de un narcisista, que ella califica “solo” de seductor. Cegada por el amor, o mejor dicho, por el enamoramiento, Eleftheria elige mal y la cuestión radica en por qué lo hace y repite. No obstante ella piensa y piensa, habla y habla. Y quiere convencer. Pero, ah!, “el sueño de la razón engendra monstruos”, monstruos como aquel de quien se ha enamorado. Por eso digo que Eleftheria se muerde la cola, porque su racionalismo es excesivo, hasta el punto de querer imponerse a la realidad, hasta darle forma negándola en aquello que no le gusta.
Hoy he visitado el Pla de Tudela, en el Cap de Creus, donde se encontraba el Club Med. Salvador Dalí dijo de este espacio (antes de la construcción del Village de vacaciones) que es un laboratorio de ilusiones ópticas. Ciertamente, los magmas volcánicos y graníticos han modelado unas increíbles formas, que según de dónde y cómo las miras te parecen uno u otro animal. Es toda una lección vivencial sobre la percepción, sobre cómo se imponen los patrones internos y cómo conforman lo que llamamos “realidad”.
Tanto a Eleftheria como al objeto de su amor, aquel Amiel (prototipo de narcisista) griego y moderno, les convendrían paseos como estos. Muy cerca de la Acrópolis tienen un universo de ellos. Aunque probable y lamentablemente, aquel seductor nato no sentiría ningún interés”.
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