El Montblanc, en los Alpes franceses, ejerce una especial atracción entre los amantes de la montaña por ser el pico más alto de Europa. Cada verano mata en accidente a unos 50 alpinistas. Yo no lo puedo entender, sin embargo para ellos esa ascensión representa un reto que les
apela con avidez, una fuerza que les atrae a la heroicidad, una lección arrebatada de lucha y esperanza, un
atrevimiento que une vehemencia, esfuerzo y belleza con un
instinto de fiereza arraigado en la sangre. Mi amigo periodista Ernest Udina dejó ahí la vida el 5 de julio del 2001. La montaña era una de las numerosas pasiones que practicaba, a pesar de su aire a menudo tan circunspecto. Para celebrar que cumplía los sesenta años quiso culminar la cima del Montblanc, el techo de su europeísmo militante, entre otras militancias. Lo logró, sin dejar nunca de fumar un cigarrillo tras otro. En la cumbre le tomaron unas fotos de felicida, como la adjunta, que familiares y amigos conservamos. Pocos minutos después, durante el camino de bajada, un resbalón le estimbó. Ernest Udina Abelló, el segundo de los once hijos de Santiago Udina Martorell y Elvira Abelló Serra, fue de joven un pionero
de la incorporación a la lucha obrera. A continuación, periodista destacado como corresponsal en París durante la transición democrática, colaborador del presidente Tarradellas y uno de sus primeros biógrafos, director del Centro Internacional de Prensa de Barcelona y analista político free lance.
de la incorporación a la lucha obrera. A continuación, periodista destacado como corresponsal en París durante la transición democrática, colaborador del presidente Tarradellas y uno de sus primeros biógrafos, director del Centro Internacional de Prensa de Barcelona y analista político free lance.
Era más cosas todavía, dentro de una amalgama de actividades entre las que hacía equilibrios para encontrar el tiempo de escaparse a la montaña a esquiar, a caminar o a culminar ascensiones. Murió con felicidad en el corazón, tras haber coronado una de sus pasiones. Eso no disminuye el rencor que me despiertan desde entonces algunas montañas.
Tan solo durante la última semana han perdido la vida en accidente de montaña 16 personas en los Alpes, la misma cantidad de víctimas que en los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils. El miércoles de la pasada semana moría un grupo de ocho alpinistas en un alud de lodo y tierra en la montaña del cantón suizo de los Grisones. Al domingo siguiente ocho personas más en sendos accidentes: la caída de toda una cordada en un helero de la zona de Krimml (Austria) y otro grupo de escaladores al parque natural italiano de Amello Brenda, en la región de Trento, en los Alpes.
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