2 jul 2020

Sensualidad del césped en la terraza del Almadraba Park Hotel

Uno de los atractivos del Almadraba Park Hotel no radica en las proverbiales puestas de sol que ofrece en espectáculo frente al perfecto anfiteatro del golfo de Roses. Tampoco en las instalaciones ajardinadas a la orilla de mar ni en la alta cocina gemela del Motel Empordà de Figueres, propiedad de la misma familia. Una de sus cualidades más destacadas florece a ras de suelo. Es el césped de la terraza principal, plantado en el mismo momento de la inauguración cincuenta años atrás y meticulosamente conservado desde entonces. A quienes nos gusta tener los pies en el suelo en el sentido más literal, nos proporciona la ocasión soñada de descalzarnos y sentir la caricia desnuda de la hierba tierna. El alfombrado de un césped como este no es
lo mismo que un prado natural, más irregular y moteado. El de aquí se parece al del estadio del Barça, cuidadosamente plantado, regado y peinado, como si le hicieran la manicura y la pedicura con mucha periodicidad. Esto puede llegar a parecer algo artificioso o forzado, salvo al colocar amorosamente los pies descalzos encima. Entonces comunica una suavidad, una lujuriosa densidad, un vitalismo de autenticidad turbadora.
Los éxtasis visuales de las puestas de sol o los gustativos de la cocina de pescado del establecimiento se ven superados por esta rara sensación de acariciar y ser acariciado desde la planta de los pies, sin ningún intermediario. El césped de esta terraza forma parte del grado de autoexigencia de casa, de un determinado modo de hacer las cosas instaurado por el fundador Josep Mercader y renovado por el sucesor Jaume Subirós y sus hijos.
Lo ha captado Anna Espelt en el prólogo del libro Los cincuenta primeros veranos del Almadraba Park Hotel, casi una novela, al escribir a guisa de conclusión: “Lean las páginas que siguen, pero sobre todo, una vez leídas, vayan al Almadraba. Vayan y compártanlo con alguien a quien amen, porque es un buen lugar para ser, vivir, gozar y crear momentos memorables. Tal vez me encuentren allí descalza en la terraza”.
A mi tal vez también, en la misma postura. (foto Josep M. Dacosta)

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