Llevo bastante tiempo sosteniendo públicamente que uno de los escritores
más finos del Ampurdán actual –al menos del Alto Ampurdán-- es Eduard
Puig Vayreda, una afirmación que incomoda al interesado, vulnera el
canon académico, contradice las listas de best-sellers y desafía a las
jerarquías convencionales. Si vuelvo a afirmarlo no es para hacerme el
original –una de las pocas tentaciones que no he tenido casi nunca
(véase el post siguiente)— sino porque acabo de leer su
último libro Escrits incidentals (Brau Edicions, Figueres) y me ha parecido de nuevo una delicia.
El autor hace todos los esfuerzos posibles, desde el propio título, por restarse importancia literaria, como siempre lo ha hecho. No se dejen engañar por las apariencias. Para escribir bien no es preciso ser un profesional de la escritura, una condición que no garantiza nada por sí sola. Para escribir bien se necesitan tres cosas: cultura, agudeza y gracia. Eduard Puig Vayreda todavía suma una cuarta: ser un enamorado de los paisajes del Ampurdán.
También llevo bastante tiempo sosteniendo que Puig Vayreda debería escribir un libro ambicioso y personal, por lo tanto menos “incidental”, menos embozado tras la máscara del “yo no quería”. No sé si me hará caso, pero yo lo seguiré pensando y diciendo. Si en un libro misceláneo e “incidental” como este puede llegar a mostrar tanta finezza, no quiero ni pensar en la excelencia que nos perdemos en caso de no decidirse a publicar una obra toda de una pieza. Yo me brindo a sostenerle la pluma, a comprarle mi ejemplar por adelantado, a lo que convenga, excepto a aparentar que se trata de un escritor “incidental”.
Tan solo un reproche a su último libro. En el precio de la edición siempre iba incluida la tarea de corrección tipográfica y ortográfica.
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