Antes de construirse el Beaubourg o Centro Pompidou justo al lado, de joven salía a zancadas del metro Hotel de Ville para llegar puntual a los fabulosos conciertos gratuitos de órgano en la iglesia gótica de Saint-Merri y poder escuchar a Johann Sebastian Bach, mientras repasaba mentalmente lo visto y aprendido aquel día en París. Los conciertos gratuitos de Saint-Merri se siguen celebrando en la actualidad, al ladito de las estridencias del Beaubourg. Para variar un poco, otros días iba a la iglesia de Saint-Eustache, en el mismo barrio de Les Halles, otra joya gótica que por sus grandes dimensiones llaman “Notre-Dame la petite”, pero aquí sin colas ni aglomeraciones. Posee el tercer órgano de mayores dimensiones de Francia, tan solo superado por
el de Notre-Dame y el de la iglesia parisina de Saint-Sulpice, donde también se ofrecen conciertos, gratuitos en Saint-Sulpice y de pago en Notre-Dame en horario vespertino, a las ocho de la tarde, después de le afluencia masiva de turistas.
el de Notre-Dame y el de la iglesia parisina de Saint-Sulpice, donde también se ofrecen conciertos, gratuitos en Saint-Sulpice y de pago en Notre-Dame en horario vespertino, a las ocho de la tarde, después de le afluencia masiva de turistas.
En Saint-Eustache los conciertos los protagoniza el hoy octogenario organista Jean Guillou, concretamente el de los domingos por la tarde. El año 2000 interpretó una integral de las obras para órgano de Johann Sebastian Bach en diez conciertos, a lo largo de dos meses, editados en doce CD por el sello Philips. El año próximo se cumplirán veinte de su responsabilidad al frente del órgano de Saint-Eustache y de que yo acudo a escucharle siempre que puedo, pese que todavía sigo prefiriendo el recogimiento de la iglesia de Saint-Merri, pegada al ruido y la furia del Beaubourg.
En Barcelona los conciertos de órgano han decaído muchísimo, vistos tal vez como asociados a la liturgia religiosa, aunque los seguidores consideremos que se trata de uno de los instrumentos musicales más majestuosos. El padre Robert de la Riba, desaparecido en 1999, convirtió a la iglesia barcelonesa de Pompeya en un baluarte organístico durante más de cuatro décadas. Un año después de su muerte se inauguraba el flamante equipamiento de L’Auditori, sin órgano. El meritorio ciclo Els Orgues de Catalunya acaba de celebrar la 32 edición, con 24 conciertos a lo largo del país, concentrados en julio y agosto, desprovisto de aquella cotidianidad en pleno centre de la ciudad que me gusta reencontrar en París.
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