Al día siguiente de la presentación del mi libro Els últims dies de Machado por el historiador Quim Nadal en la Llibreria 22 de Girona, la periodista Eva Vázquez publicó el 12 de marzo de 2013 el siguiente artículo en el diario El Punt-Avui: “Que un poeta envejecido y enfermo pueda arrastrarse por carreteras bombardeadas cargando con su madre, todavía más vieja y enferma, para acabar muriendo ambos con tan solo tres días de diferencia en una pensión del primer pueblo de exilio en que se detuvieron a reposar, demuestra no solo la crueldad de las guerras, sino también y tal vez sobre todo lo
estúpidas que son. Al periodista Xavier Febrés esa imagen del poeta agónico y de la tumba que le sigue honrando en Collioure, con flores siempre frescas sobre la lápida, le ha perseguido durante años, sobre todo desde que a principios de los ochenta frecuentó el paisaje de la Catalunya Nord como corresponsal del diario perpiñanés L'Indépendant. Ahora ha dado forma a aquella fijación en el libro Els últims dies de Machado (La Mansarda), que resigue el éxodo del poeta metódicamente, como los pasos de un calvario mítico, pero sin perder de vista el destino de los miles de refugiados más que aquellos mismos días de enero y febrero de 1939 se retiraban hacia la frontera.
estúpidas que son. Al periodista Xavier Febrés esa imagen del poeta agónico y de la tumba que le sigue honrando en Collioure, con flores siempre frescas sobre la lápida, le ha perseguido durante años, sobre todo desde que a principios de los ochenta frecuentó el paisaje de la Catalunya Nord como corresponsal del diario perpiñanés L'Indépendant. Ahora ha dado forma a aquella fijación en el libro Els últims dies de Machado (La Mansarda), que resigue el éxodo del poeta metódicamente, como los pasos de un calvario mítico, pero sin perder de vista el destino de los miles de refugiados más que aquellos mismos días de enero y febrero de 1939 se retiraban hacia la frontera.
Febrés no olvida, tampoco, el trato degradante que las autoridades francesas dispensaron a aquella masa anónima de desplazados, ni el simbolismo que desde el primer momento adquirió la figura de Machado, con un entierro multitudinario seguido con interés por corresponsales internacionales que difundieron a todo el mundo la imagen del poeta cubierto de la cabeza a los pies con la bandera republicana. Para el periodista barcelonés, la tumba machadiana, sufragada por suscripción popular, se ha convertido “en un activo memorial del éxodo” y una de les pruebas más palmarias contra “el caprichoso trazado de la falsa frontera natural” que parte la Cataluña norte y sur desde el Tratado de los Pirineos. Machado casi lo tenía más claro que los intelectuales que todavía en la actualidad reclaman el retorno de sus restos a tierras españolas, cuando en realidad los paseos por aquella pequeña villa de pescadores que apenas pudo ver en los pocos días que residió ahí le devolvieron un aroma lejano de patio andaluz que le inspiró el último verso conocido que escribió: “Estos días azules y este sol de la infancia.”
(Foto Manel Lladó)
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