10 jul 2013

La Séptima Sinfonía de Shostakóvich y el asesinato de Ernest Lluch

El 21 de noviembre del 2000 Ernest Lluch era cobardamente asessinado a tiros en el parking de su casa por un comando de ETA. Al viernes siguiente el maestro Jesús López Cobos tenía que dirigir la monumental, épica Sinfonía nro. 7 en do mayor op. 60 “Leningrado”, de Dmitri Shoxtakóvich, al frente de la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña (OBC) en el Auditori barcelonés, una sala en que la presencia entre el público del melómano, profesor y exministro Ernest Lluch era muy
frecuente. Antes de dar comienzo la interpretación, con todos los músicos preparados en el escenario, López Cobos pidió un micrófono para dirigirse al público a través de la megafonía. Al pie del podio del director, explicó con emoción contenida las circunstancias históricas en que la sinfonía había sido escrita y estrenada por Shostakóvich el año 1942, en pleno asedio nazi de la ciudad, y su significado de protesta contra todo tipo de fascismos. Añadió que aquella sinfonía recorría espacios de dolor, de muerte y destrucción, pero también abría la puerta a la esperanza.
Jesús López Cobos concluyó que aquella noche, después de que otro fascismo asesinara a su amigo en Barcelona, la Sinfonía nro. 7 ya no se llamaría “Leningrado”, sino “Sinfonía Ernest Lluch”. Con esa dedicatoria, su batuta dio entrada a los compases de la terrible y célebre marcha, el denominado Tema del diablo. Un sentimiento muy particular sobrevoló la sala sinfónica. Toda la orquesta vibró a lo largo de una interpretación que las condiciones del momento convirtieron en excepcional, única, memorable, una de aquellas interpretaciones que la música en vivo reserva para días señalados y especialmente intensos. 
Pocas semanas más tarde la misma sala recibía a la gran orquesta sinfónica rusa del Teatro Mariinski de Leningrado, dirigida por el reputado especialista Valeri Gergiev con la misma Sinfonía nro. 7 de Shostakóvich en el programa. Los asistentes a ambos conciertos pudimos comprobar que esta última interpretación no alcanzó la intensidad de la primera, pese al liderazgo mundial de la orquesta de Leningrado y su director. Ahora el sello discográfico Mariinski acaba de editar la canónica versión de Gergiev de la impresionante Séptima de Shostakóvich. He podido recordar de nuevo la diferencia, la vibración insustituible de la música en directo y las circunstancias de cada día que la acompañan, la condicionan, le dan vida.

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