Antes de ser un vino, Banyuls es un territorio milenario y una cultura empedernida, probablemente la más antigua de este extremo del Mediterráneo. La antigüedad salta a la vista ante la miniatura de paisaje "griego" de los cuatro municipios sobre lo que se extiende la apelación de este vino: Cerbère, Banyuls, Port Vendres y Collioure. El dibujo de los 6.000 kilómetros de viejos bancales de piedra seca, los muretes de pizarra y las escorrentías empedradas en forma de pie de gallo se encaraman por las laderas más inhóspitas para aprovechar la magra capa de tierra áspera, a menudo recuperada a mano de la erosión de la lluvia, cesto a
cesto o bien a lomo de mula. El deseo de futuro también salta a la vista ante la nueva bodega del Grupo Interproductor Colliure-Banyuls (CICB), edificada con una inversión de 12 millones de euros (40 % de subvención pública) para incorporar las nuevas tecnologías a una producción de 23.000 hectolitros anuales, divididos por mitades entre vino dulce natural y vino seco convencional.
Sus vinos de aperitivo o postre equivalen a los portos, málagas, garnachas y mistelas. El fruto de ese viñedo de mal pie y enorme belleza facilita la sedosidad de unos vinos de antología. Los racimos diminutos absorben la vitalidad de la luz para que el vino sea una expresión del clima y del viticultor, un punto de encuentro entre naturaleza y cultura, un triunfo sanguíneo de la tierra y del trabajo para sacarle provecho y gozarlo. Las "viñas verdes a orillas del mar" de Banyuls son un microcosmos superviviente.
Algunos lectores de mi libro Maillol, l’escultor carnal, que transcurre en estos parajes, me han preguntado si se trata de una errata tipográfica cuando, en las primeras páginas, califico a la comarca de La Albera y al paso fronterizo del Coll de Banyuls de sierra clitoral, en vez de litoral. No, no se trata de una errata. Es un calificativo intencionado para designar un punto de especial atractivo, poco recorrido habitualmente. La carretera que parte del municipio de Espolla permite transitar hoy cómodamente el antiguo paso de contrabandistas y tierra natal del escultor Arístides Maillol, donde el Pirineo se zambulle en el Mediterráneo con una cierta voluntad de estilo.
Uno de los caminos más asentados en el Pirineo mediterráneo es el paso del Coll de Banyuls, desde los íberos de la Vía Heráclea, los griegos y los romanos de Ampurias y los cartagineses de Aníbal. La carretera litoral de las curvas entre Port Bou y Cerbère por el Coll dels Belitres la abrieron apenas en 1927. El otro camino históricamente consolidado, el de La Junquera y Le Perthus, sirve para las maniobras de masas. El Coll de Banyuls lo utilizamos los amantes de los atajos supuestamente secundarios.
0 comentarios:
Publicar un comentario