Cada vez más propongo a los amigos, como sistema de encuentro, que quedemos para realizar alguna caminata, en vez de citarnos para comer, ir al cine o salir de copas. Algunos acceden con admirable sintonía espontánea. El viernes fuimos a estirar las piernas con el escritor de Begur Miquel Martín al camino habitual de su paseo de las tardes, a lo largo de la riera Salt Ses Eugues (Esclanyà) y el Puig Calent (Regencós), el paraje que acaba de describir en un exquisito articulo en el Diari de Girona titulado “Roureda enllà”. La tarde era húmeda, para llevar la contraria a la sequía de los últimos meses. Pasamos por la viña de Tibau y el mas Barraquer, pero sobre todo recorrimos fuera de los caminos trazados el bosque frondoso en que él se
orienta mediante una vieja y ágil brújula interior.
orienta mediante una vieja y ágil brújula interior.
Después de casi dos horas de camino debimos apresuramos para llegar a la hora a la Biblioteca de Palafrugell, donde Miquel Martín protagonizaba la presentación de mi último libro Elogi i refutació de la tramuntana, conjuntamente con el director de la colección Josep Pla de la Diputación de Girona que lo ha editado, Lluís Muntada. Miquel Martín dedica hoy al libro su artículo dominical en el Diari de Girona.
Al día siguiente habíamos quedado con el amigo Miquel Bofill para ir a caminar por el delicioso itinerario rural de Pals a Sant Feliu de Boada, los sembrados que esperan la lluvia, los horizontes familiares y las viejas piedras doradas de la zona. A diferencia del día anterior, lucía un sol radiante y no hacía ni pizca del frío natural del mes de enero. Salimos del barrio de Samaria para rodear la cara menos conocida del Pedró de Pals y adentrarnos en el minifundio primoroso bajoampurdanés.
Me propuso la opción de la vuelta larga por Fontclara y Palau-sator, más pródiga todavía en ángulos y perspectivas cuando se saben mirar, sin embargo mi cansancio del día anterior aconsejó limitarnos. En Sant Feliu de Boada nos sentamos un rato, antes de retomar la marcha de regreso a Pals. Subimos hasta el legendario Mirador Josep Pla, en la cima del Pedró, para comprobar que el crecimiento de los árboles circundantes ya le han arrebatado casi toda la condición de mirador sobre el llano ordenado y productivo que fascinaba al escritor.
La vida ha asestado algunas puñaladas a Miquel Bofill en los últimos meses, sin embargo su forma física supera ampliamente la mía. Esta es una de las percepciones aleccionadoras que extraje de la caminata, durante la cual aquello que se dice no siempre es lo más importante, frente a otros intercambios que se expresan sin palabras, a través de actitudes o incluso silencios.
Con Miquel Martín quedamos que la próxima ocasión haremos la caminata alrededor del antiguo Mas d’en Llort, pozo de leyendas familiares. Con Miquel Bofill me he comprometido a acudir en mejor forma de entreno para dar la vuelta larga hasta Fontclara y Palau-sator. Caminando con los demás se aprenden un montón de cosas de la vida, también de la propia.
0 comentarios:
Publicar un comentario