25 feb 2017

La frontera tan viva, y tan ignorada, de La Jonquera y El Pertús

Cualquier frontera terrestre entre dos países, contemplada sobre el terreno, acostumbra a ser un foco de actividades, incidencias, fricciones o distancias mutuas. A menudo fomenta una población de transfronterizos, que viven de un lado y trabajan en otro. La frontera terrestre más transitada de Europa occidental desde la implantación del turismo es la catalana del Pertús y La Jonquera, aunque no suele despertar mucha atención mediática en su día a día, más allá de la esporádica crónica de sucesos. Separa desde el Tratado de los Pirineos del 1659 comarcas igualmente catalanas de uno y otro lado. Tampoco eso rompe el velo de silencio que recubre habitualmente esa concurrida raya. Es una frontera viva, aunque
escasamente valorada en la consideración general del país.
Da pie a una actividad comercial con visible peso específico –dejo a parte el invisible--, pero se habla poco y con displicencia de ella, vista seguramente como una zona carente de prestigio, un franja de no man’s land dominada por camioneros, guardias civiles y compradores de clase trabajadora.
La realidad es mucho mas amplia, suponiendo que la realidad interese a alguien más allá de los residentes. La actual alcaldesa del Pertús, Maria Helena Ruart, estima que pasan cada año seis millones de personas. 
Desde 1913 el edificio que comparten la escuela pública del Pertús francés y el Ayuntamiento de la localidad se distingue por su pequeño obelisco en la orilla de la carretera nacional o calle mayor, transitada por quienes no utilizan la autopista. No hace mucho entrevisté a su actual director para explicar el experimento pedagógico de escuela “transfronteriza multilenguas”, avalado por el ministerio francés de Educación, como corresponde a un municipio que tiene una acera de su calle mayor en un Estado y la de enfrente en otro. Cuenta con 87 escolares matriculados (el máximo de su capacidad), de 2 a 11 años, procedentes de ambos lados.
Por otro lado, El Pertús y el barrio limítrofe de Los Límites --que pertenece a La Jonquera-- suman diecisiete supermercados de más de 1.000 m2 cada uno. Su facturación diaria se sitúa entre 1,5 y 2 millones de euros. 
En 2013 abrió el descomunal Gran Jonquera Outlet&Shopping, con 12.000 m2, 65 locales comerciales y 2.000 plazas de estacionamiento. Es una inversión del grupo familiar de Antoni Escudero Martínez (Salobre, Albacete, 1954), residente en La Jonquera desde hace más de cuarenta años y antiguo concejal del PSC entre 1983 y 2001.
El promotor calculó que ocho millones de franceses residen a menos de media hora de carretera de La Jonquera y pueden aprovechar la diferencia de precios. El 90% de los compradores, en efecto, son franceses. 
El grupo Escudero factura cien millones de euros al año. Esta sola gran superficie da trabajo a 500 empleados. Su restaurante de buffet libre, a 16€ por persona todo incluido, con capacidad para 800 comensales al mismo tiempo, se ha convertido en destino paradisíaco de los autocares de jubilados franceses que van a pasar el día a La Jonquera. 
La diferencia de precios y de legislación también se aplica a la prostitución arraigada en la localidad. Aquí se encuentra burdel considerado mayor de Europa, donde centenar de chicas atienden a los clientes que, más que hacer el amor, lo compran hecho. La mayoría de la clientela también es francesa. 
El Paradise pone de relieve la falta de normativa que regule con algo de eficacia la esclavitud moderna que representa esa actividad, con frecuencia asociada a delitos tipificados como proxenetismo, inmigración ilegal, falsificación documental y blanqueo de dinero. Son los delitos por los que fue juzgado en la Audiencia de Girona su propietario y administrador, José Moreno Gómez.
Las escaramuzas legales y las rendijas de la normativa son la especialidad de los responsables del ramo y sus abogados, con la certeza de que la ley permite una parte importante de su actividad. El macroprostíbulo Paradise (80 habitaciones, 2 salas de espectáculo con capacidad para 600 clientes) abrió con los permisos legales inmaculados.
Todas las rayas de frontera suelen ser una especie de limbo, curioso y activo limbo.

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