No formo parte de la indescriptible multitud que asiste cada año al festival barcelonés Primavera Sound como a una liturgia masiva, aunque me dejaría arrastrar mañana sábado al concierto en el Parc del Forum (las entradas, todas a 80 €, están agotadas) de la modelo jamaicana negra, cantante y actriz Grace Jones, reina de la música disco y de unas cuantas cosas más, ahora que confiesa acercarse mucho a la condición de septuagenaria. Dos años atrás ya celebré que se reeditasen, bajo el título “Disco”, sus àlbumes publicados entre 1977 y 1979. La reedición hacía justícia a una carrera vocal eclipsada con excesiva frecuencia por los aspectos extramusicales,
excentricidadees y exotismos de esta figura vistosa, anticonvencional, desenfrenada.
excentricidadees y exotismos de esta figura vistosa, anticonvencional, desenfrenada.
Sus versiones de “La vie en rose” de Édith Piaf (I need a man) o del “Libertango” de Astor Piazzolla (I’ve seen that face before) no solo dieron el tono el to. Marcaron época.
Grace Jones fue la inventora de la moda del tango electrónico (su “Libertango” se editó en 1981), veinte años antes que el primer disco de Gotan Project, el grupo que la simbolizó con éxito a escala internacional.
El chumba-chumba de la música discotequera se ha infantilizado mucho desde entonces. O me lo parece a mi, que ahora me lo miro sin el mismo candor. Pero Grace Jones no deja de ser una leyenda viva y estas reencarnaciones en el escenario no se contemplan cada día.
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