Irse a vivir a una isla deshabitada es un sueño menos descabellado de lo que parece. La inmobiliaria Fotocasa ha rebajado el precio de la paradisíaca isla d’en Colom (en la foto), cerca de Maó, de 5,2 a 3,7 millones de euros porque no encuentra comprador desde hace siete años. Tiene 58 hectáreas de finca rústica, con casa de seis habitaciones. La venden los herederos de Antonio Roca Vázquez, que la compró en 1904 por 7.850 pesetas. También los propietarios de la idílica isla ibicenca de S’Espalmador, el arquitecto barcelonés Normand Cinnamond Planas y su hermana Rosy, anunciaron el año pasado que rebajaban de 24 a 18 millones el precio de venta ante la ausencia de comprador durante los últimos años. La compró su
abuelo a la familia de Carlos Tur en 1932 por 2.000 duros. Tiene 137 hectáreas, dos casas y una ermita, en la que el propietario contrajo matrimonio en agosto de 2001 con Pilar Garrigosa Laspeñas, en el marco de un casorio polinésico en la finca que no dispone de electricidad ni agua corriente.
abuelo a la familia de Carlos Tur en 1932 por 2.000 duros. Tiene 137 hectáreas, dos casas y una ermita, en la que el propietario contrajo matrimonio en agosto de 2001 con Pilar Garrigosa Laspeñas, en el marco de un casorio polinésico en la finca que no dispone de electricidad ni agua corriente.
El planeta Tierra (en realidad debería llamarse Agua, las tres cuartas partes de su superfície son líquidas) está llleno de islas, también en Catalunya. En el tramo catalàn del Ebro, entre Flix y la desembocadura, se cuentan una veintena de islas fluviales. Una de las más pequeñas, la del Nap, al paso del río por Benifallet, se vendió en 2004 a través de una empresa inmobiliaria por 94.960 euros, tras divulgar un anuncio que decía: "Preciosa isla en medio del río Ebro de una hectárea de terreno plantado de naranjos y casa de labranza".
Las isla Formigues y las Medes, en el Empordà, forman parte de mi educación sentimental. La isla de Portlligat, en Cadaqués, está protegida como parque natural, a diferencia de la vecina isla privada de S'Arenella, que sigue siendo de residencia particular.
La propiedad privada de algunas islas y por lo tanto su compra-venta ha sido una constante, en Catalunya y en todas partes. En 1990 una agencia inmobiliaria mallorquina puso en venta por 24 millones de pesetas S'Illeta, a setenta metros de la costa de Sóller, con una extensión no edificable de 33 hectáreas.
En 2007 se vendió la isla ibicenca de 6 hectáreas de Sa Ferradura, por un importe que la revista norteamericana Forbes cifró en 32,99 millones de euros. La verticalidad alucinada del islote ibicenco d’Es Vedrà también es propiedad privada de una decena de familias de su termino municipal, Sant Josep de Sa Talaia.
En 2006 el gran propietario ibicenco Abel Matutes, ex ministro del Partido Popular, reveló que ls iala Conillera era de su propiedad y que estaba dispuesto a donarla al gobierno autonómico del Consell de Eivissa y Formentera si cambiaba la calificación urbanística y se construía una residencia para las personalidades que suelen desembarcar en la isla y para a él mismo.
No he podido aprovechar hasta ahora ninguna de estas oportunidades del mercado inmobiliario, aunque la rebaja del precio de la isla menorquina d’en Colom me pone de nuevo la miel en la boca. Yo me hice mayor con la visión de las islas Formigues como referencia de mi horizonte y todavía hoy me embobo de vez en cuando ante ellas, con una ilusión que debo defender frente a los incrédulos.
En inglés la palabra island se acerca mucho a I-land. En catalán "illa" se acerca a “ella”, que no deja de ser otra isla, otro sueño permanente de media humanidad a propósito de la otra media. Cada persona es una isla, una maqueta del mundo, un efecto lupa, un territorio off-shore, una mota confidencial de tierra emergida.
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