Salvador Dalí repetía con toda la razón del mundo: “La posteridad es que, después de morir, todavía hablen de mi en el bar del Casino Sport de Figueres”. Otra forma de gloria a la que se puede humanamente aspirar desde Figueres, incluso antes de morir, es que el restaurante Motel Empordà ponga tu nombre a uno de sus deliciosos platos. Me alegró comprobar ayer que lo ha conseguido el editor y escritor Carles-Jordi Guardiola. Ha dado nombre a una variante de las romanas “Carciofi alla giudia” (a la judía) que Jaume Subirós ha puesto en la carta este invierno con el toque de talento y finezza habitual. Desafiando a la bendita lluvia y a la tramontana desencadenada, ayer nos citamos Ramon Iglesias, Rafa Nadal y yo alrededor de la mesa del
Motel, con alguna baja inevitable de última hora.
Motel, con alguna baja inevitable de última hora.
De entrada Jaume Subirós me comentó que estaba leyendo las memorias Una cierta distancia, recién publicadas por Josep M. Bricall. Me pareció que empezábamos bien. Acto seguido, sin necesidad de pedirlo, nos sirvió de aperitivo el Suze Spritz de su invención y las lujosas raspas de sardina o anchoa rebozadas, invención del fundador Josep Mercader.
Secundado ayer por el hijo Albert Subirós, el maître Rafael Montoro y el camarero Jordi Ros (la veteranía del personal del Motel es un factor de su reconocida excelencia), Jaume Subirós nos ofreció las “Alcachofas Carles-Jordi Guardiola”, unos guisantes del momento con un pensamiento etéreo de butifarra negra, tocino y menta; un pescado gallo San Pedro al horno que el día anterior coleaba pletórico en la bahía de Roses, un pato a la cazuela tierno como una caricia y la acreditada pastelería casera, todo ello con el admirable, delicado y diestro punto de equilibrio de sabores que caracteriza al establecimiento. El vino era un Graves bordelés.
En la mesa de al lado tuvimos el placer de saludar al amigo fotógrafo Eduard Omedes y a su hermano Loris. En el extremo completamente opuesto de la sala comía el magnate del audiovisual Jaume Roures.
No se si ayer arreglamos el mundo del todo, pero comprobamos una vez más que solamente hay algo mejor que la mesa del Motel: su sobremesa. La posteridad no es más que eso, que vaya cayendo la tarde mientras se charla con los amigos con una copita entre los dedos.
Tampoco sé si las “Alcachofas Carles-Jordi Guardiola” durarán tanto tiempo en la carta del Motel como las décadas inamovibles de la ensalada de habitas y menta ideada por Josep Mercader, aunque eso importa poco. La posteridad siempre han sido cuatro días.
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