El actual Ayuntamiento de Ordis, cerca de Figueres, ocupa el espacio donde se hallaba la casa del legendario zapatero y ha dado su nombre a la placita (foto adjunta tomada por Josep M. Dacosta). El municipio cuenta con un alojamiento rural bautizado El Sabater d’Ordis, pero del zapatero real nadie conoce el rastro. Por la pérdida de un hijo y la traición de la mujer, el humilde artesano se libró a la vida errante. Creía dirigir la orquesta del viento de tramontana a lo largo de la comarca con una caña entre los dedos a modo de batuta. El poeta Carles Fages de Climent le convirtió en mito poético y héroe de leyenda. El largo poema Balada del sabater d’Ordis se publicó en 1954 con prólogo de Eugenio d’Ors e ilustraciones de Salvador Dalí. Pero el zapatero de Ordis no ha merecido hasta hoy ningún estudio sobre su existencia real, comparable al que
Cristina Masanés dedicó a Lídia Noguer Sabà, la pescadera quijotesca y delirante de Cadaqués que creía ser la Bien Plantada de Eugenio d’Ors, en el libro del 2011 Lídia de Cadaqués. Crònica d’un deliri. Estos mitos literarios eran personas de carne y hueso, no un fruto de la imaginación de los escritores.
Se llamaba Antoni Iglésies Sels, nacido en 1865 y fallecido en 1943. Joaquim Vilà Casas apunta en el libro Personatges il.lustres de l’Alt Empordà: “Era un buen zapatero (como su padre), había sido alguacil (como su padre) y se casó con una muchacha de Vilert, Francisca Adroguer Rodeja, con quien intentó repetidamente tener descendencia. Tuvo nueve hijos (seis fallecidos antes de los dos años de vida, lo que, pese a la elevada mortalidad infantil de la época, no deja de ser una tragedia). Uno de ellos murió a causa de un disparo de escopeta (no se sabe si fortuito o no, aunque cuenta la leyenda que el Zapatero recibió dinero para tapar los hechos)”.
Cristina Masanés dedicó a Lídia Noguer Sabà, la pescadera quijotesca y delirante de Cadaqués que creía ser la Bien Plantada de Eugenio d’Ors, en el libro del 2011 Lídia de Cadaqués. Crònica d’un deliri. Estos mitos literarios eran personas de carne y hueso, no un fruto de la imaginación de los escritores.
Se llamaba Antoni Iglésies Sels, nacido en 1865 y fallecido en 1943. Joaquim Vilà Casas apunta en el libro Personatges il.lustres de l’Alt Empordà: “Era un buen zapatero (como su padre), había sido alguacil (como su padre) y se casó con una muchacha de Vilert, Francisca Adroguer Rodeja, con quien intentó repetidamente tener descendencia. Tuvo nueve hijos (seis fallecidos antes de los dos años de vida, lo que, pese a la elevada mortalidad infantil de la época, no deja de ser una tragedia). Uno de ellos murió a causa de un disparo de escopeta (no se sabe si fortuito o no, aunque cuenta la leyenda que el Zapatero recibió dinero para tapar los hechos)”.
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