La foto adjunta no es del altivo pino de Formentor, inmortalizado desde 1875 por los cuarenta versos de la oda de Miquel Costa i Llobera, que hoy recitan los escolares mallorquines y algunos catalanes. No lo es, pero podría serlo perfectamente. El de la foto, más achaparrado, ese encuentra en Cala S’Alguer (Palamós) tan amenazado como los del litoral mallorquín por nuevos apartamentos en construcción en la limítrofe Pineda d'en Gori. La pequeña editorial mallorquina Saïm acaba de publicar el libro El pi de Formentor, en que el novelista isleño Joan Buades (premio Joan Crexells 2016 a la mejor novela del año por Crui, els portadors de la torxa), escribe en esta ocasión: “El pino de Formentor debería leerse hoy,
también, como un epitafio involuntario de una Mallorca prístina a punto de morir por la puñalada de una nobleza insular, por unos señores que nunca supieron cuidar ni la tierra ni su gente, capaz de venderse el alma por un plato de billetes”.
también, como un epitafio involuntario de una Mallorca prístina a punto de morir por la puñalada de una nobleza insular, por unos señores que nunca supieron cuidar ni la tierra ni su gente, capaz de venderse el alma por un plato de billetes”.
Tras la muerte de Costa i Llobera, la familia vendió los terrenos de la península de Fomentor al inversor argentino Adán Diehl, quien construyó el hotel de lujo inaugurado en 1929, posteriormente cerrado y actualmente reabierto. “El Formentor quebró –añade Buades-- y pasó a manos de sicarios de nuestro Rockefeller, Joan March, sin cuya larga mano (y la de sus herederos) no se entiende nada de la metamorfosis de la isla en un parque minero a cielo abierto donde el cemento y el asfalto van ahogando la belleza y la viveza con tanta ferocidad que no hay una ‘ànima forta’ que pueda ‘traspassar la boirada’ para arraigar en ninguna parte”.
El poema de Costa i Llobera representó una cumbre de la Escuela Mallorquina, relanzado por la versión musical estrenada en 1981 por Maria del Mar Bonet, pero también simboliza el canto del cisne de muchos pinares del litoral, en Mallorca y aquí. Aquellos cuarenta maravillosos versos de la oda aun exaltan hoy con la luz del primer día, los pinos reales sufren bastante más.
Amunt, ànima forta! Traspassa la boirada
i arrela dins l'altura com l'arbre dels penyals.
Veuràs caure a tes plantes la mar del món irada,
i tes cançons tranquil·les 'niran per la ventada
com l'au dels temporals...
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