20 nov 2019

Las memorias de Narcís Garolera o la delicia de leer

Hay dos formas distintas de leer libros: para extraer algún conocimiento o bien por el simple y raro placer de gozar de una lengua bien escrita. Este segundo placer lo proporcionan con mayor frecuencia los autores que utilizan lenguas muy consolidadas literariamente, por ejemplo el francés, sin embargo aun llama la atención en idiomas de tradición literaria más corta como el catalán. Las memorias del profesor Narcís Garolera (en la foto adjunta de portada con su maestro Joan Coromines), tituladas Galeries del record y recién publicadas por el sello Edicions de 1984, destacan como un prodigio de lengua bien escrita. Es muy probable que con este libro el catalán moderno de Pompeu Fabra, instaurado a partir de 1913, alcance ahora una naturalidad plena, radiante, asentada, admirable. La narración autobiográfica de Narcís Garolera, catedrático recientemente jubilado de filología catalana, puede tener un interés opinable según los gustos e intereses de cada uno. Por el contrario, su estilo narrativo constituye indiscutiblemente una culminación de cualquier lengua literaria,
en este caso el catalán.
Alguien podría replicar (el propio autor se muestra tentado) que redactar con la máxima corrección y claridad no equivale a escribir bien. Eso, ya me perdonarán, es un sofisma, un argumento capcioso que pretende engañar. Redactar con la agilidad que consigue Narcís Garolera a lo largo de estas memorias es un mérito literario de primer orden, el premio gordo a toda una vida dedicada a la enseñanza y la práctica del catalán, el placer lector de una lengua finalmente dotada con toda la expresividad sin ni una brizna de agarrotamiento ni alambres ortopédicos.
Como filólogo, Narcís Garolera ha pasado la vida velando por la escrupulosa corrección de las normas. Como autor, ha logrado transformarlo en una fluidez digna de aquellas lenguas literariamente consolidadas, en una comodidad lectora de auténtica delicia. Además de unas memorias, son el premio de honor a una trayectoria personal y un tributo a la vitalidad de una lengua escrita que se normalizó antes de utilizarse poco a poco como sencilla y fabulosamente normal. La buena literatura es sobre todo eso, el placer de leer un libro y salir admirado.

0 comentarios:

Publicar un comentario