Sería difícil poner de acuerdo las opiniones sobre la obra más atractiva de Palladio pero el Redentore tendría muchos números, por el acierto de las dimensiones reducidas junto a las grandes basílicas venecianas vecinas. Sobre la tradicional y multitudinaria “Festa del Redentore” también sería difícil poner de acuerdo las opiniones. A algunos la fachada del Redentore nos gusta más aun fuera de las fechas señaladas, en la paz de un día cualquiera, vista frontalmente desde el muelle de las Zattere, más espacioso que la mayoría y encarado al sol de mediodía. "Un viajero un poco experimentado sabe que es lugar más bello del mundo", sentenció Philippe Sollers.
En este muelle se produce un milagro cada día en el momento del Ángelus, al punto del mediodía. Las campanas de las iglesias casi contiguas del Redentore y las Zitelle entablan un diálogo sonoro y la caja de resonancia del canal siembra en el aire un sonido tan majestuoso como el Gloria compuesto por el veneciano Antonio Vivaldi. El día de la “Festa del Redentore” el jaleo no deja escuchar nada. A pesar de todo el próximo tercer sábado de julio yo estaría dispuesto a transigir de buena gana ante la aglomeración, con el salvífico código QR de vacunación recibida en el bolsillo.
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