El nombre de Margarita Rivière a una plaza del barrio de Les Corts

Me alegra que el nomenclátor barcelonés dedique a partir de ahora una plaza del barrio de Les Corts a la periodista Margarita Rivière, como lo hace desde 2013 a Josep M. Huertas Claveria en el Poblenou. Son dos colegas y amigos que recuerdo con frecuencia como maestros en aspectos distintos. Escribir en 1991 a cuatro manos con Rivière el libro Pasqual Maragall, un rebelde en el poder (Plaza y Janés) me permitió compartir de cerca una colaboración iniciada muy jóvenes en la Escuela de Periodismo, aureolada por hecho de que ella era algo mayor que yo y formaba parte de los cursos superiores. Ser amigo de Huertas y de Rivière era un título de orgullo. Josep M. Huertas procedía de los ambientes populares de la ciudad y se movía en ellos con una familiaridad cómoda, en cambio Margarita Rivière procedía de la alta burguesía y se movía en ella con una familiaridad incómoda.
La dinastía industrial de los Rivière, procedente de Clermont-Ferrand, se instaló en Barcelona la segunda mitad del siglo XIX como contratistas da obras ferroviarias en auge, antes de especializarse en fábricas de telas metálicas. El padre de la periodista, Antoni Rivière Manent, compró el castillo de la Roca del Vallès en 1949 y lo restauró, así como el Club de Golf Vallromanes que presidió hasta 1974. La hija periodista voló con las propias alas de buen comienzo, para despuntar en cargos de responsabilidad de varios medios periodísticos y como escritora.
En 1983 recibió el Premio Ciudad de Barcelona de Periodismo y en 1992 el premio Espasa de ensayo. Murió en 2015, a los setenta años. Coincidimos en múltiples ambientes de la profesión, pero la recuerdo en especial en su antigua casa de Vallvidrera mientras redactábamos acaloradamente Pasqual Maragall, un rebelde en el poder. Pasearé por la nueva plaza del barrio de Les Corts que lleva el su nombre con un sentimiento de gratitud, cerca de donde vivió con su marido Jorge de Cominges y sus hijos Clara y Hugo.