El museo Cognacq-Jay de París acaba de abrir una exposición de pintura cortesana licenciosa del siglo XVIII francés y ha cometido la indecencia de mostrar tan solo los pies, en el cartel y la portada del catálogo (foto adjunta), del incitador desnudo integral decúbito prono ofrecido por la señorita Marie-Louise Murphy, retratada por el pintor François Boucher con las nalgas en pompa. Se trata de una vieja conocida mía a la que he dedicado algunas indagaciones. Pese a no ser ninguna obra maestra del desnudo ni del retrato, el cuadro destaca por la franqueza de la utilidad erótica con que fue concebido como imagen de los encantos de la chica que la corte de Luís XV quería convertir en una de las amantes encargadas de distraer al rey. Existen dos versiones pintadas por el propio François Boucher en 1751 y 1752, en idéntica postura sdraiata bocconi, como dirían en italiano. En la primera Marie-Louise Murphy tenía dieciséis años y Luís XV había solicitado que la pintasen para poderse orientar sobre los atractivos que le encomiaban sus suministradores en la materia. La segunda versión confirmó de manera forma más abierta si cabe los méritos de la doncella, convertida ya en fugaz amante del rey, quien pronto se cansó de ella para recaer en brazos de la Pompadour y las siguientes. Marie-Louise Murphy pasó a la historia más por este cuadro que por su papel en la corte de Versalles.
La tela se encuentra expuesta habitualmente en el Louvre. Permite observar que el pintor Boucher tenia un ojo puesto en Rubens y otro en Correggio, a quienes estudió durante su prescriptivo viaje a Italia, aunque salte a la vista que los estudió muy de pasada. Reducir el franco desnudo de la señorita Murphy a tan solo los pies, como han perpetrado en el cartel y la portada del catálogo, tal vez sea una invitación a recorrer la exposición y el cuadro completo.
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