5 mar 2018

Los dos falos de la muralla de Empúries, extramuros

La falocracia no está bien vista en el discurso ideológico actualmente dominante, aunque no siempre fue así. La muralla romana de Empúries presenta, esculpidos sobre sus sillares, dos grandes falos de aquella época. Los arqueólogos pasan de puntillas por su lado, apenas los miran de reojo. El primero (foto adjunta) se halla a la derecha de la entrada central de la muralla. Mide 35 cm, de un dinamismo muscular esculpido en visión frontal. El otro, cerca de la entrada sur-occidental, casi le duplica en proporciones, aunque la forma es menos definida. Los expertos lo consideran una tradición itálica sin mayor importancia. Cuando el arqueólogo Martín Almagro documentó las excavaciones de posguerra en la muralla romana, apuntó en 1945: “Este detalle, como el tipo de paramento y estructura de los muros, e incluso ciertos falos apotropaicos toscos que se esculpieron en los sillares de la parte inferior de la muralla, uno de ellos al lado mismo de la puerta principal, nos denuncian una
específica clase de construcción militar rápida, única en su género en España, de realización barata, respondiendo a las necesidades políticas de las que nació la colonia fundada por César para los legionarios” .
El director del yacimiento de 1997 a 2010, Xavier Aquilué, se limitó posteriormente a señalar en la guía oficial: “Se trata de símbolos protectores, también conocidos en otros recintos defensivos de establecimientos itálicos, que suponían una invocación a la protección y la prosperidad de la ciudad”. 
Al entrar Guerau Palmada en detalles en el trabajo “La muralla de la ciutat romana d’Emporiae. Els seus referents itàlics”, concluyó en 2001: “La misma iconografía fálica se relacionaba directamente con el sentimiento religioso de la muralla, un recinto que, poco a poco, se convirtió en la imagen externa de la ciudad y quiso mostrar hacia afuera toda su dignitas, su estatuto jurídico y su protección sagrada otorgada gracias a las divinidades. Los dos falos esculpidos de Emporiae deben relacionarse con aquel sentimiento religioso e intocable que tuvo en un primer momento su murus fundacional” .
La arqueología ha segregado miles de páginas sobre Empúries, muchas más que la literatura narrativa. El idioma académico tiene unas normas que al resto de mortales nos parecen abstrusas.
En definitiva los dos falos esculpidos de la muralla romana de Empúries son una pieza histórica poco valorada, abandonados extramuros de la literatura y de la consideración general. A mi me llevan a pensar en la textura del paso del tiempo y la claridad nacarada de algunas sombras, el telón de fondo corporal de algunos silencios consternados, el entramado de la pérdida de tiempo de las metáforas, las vueltas y revueltas entre la discordia y la armonía, las arrugas de la incomprensión sobre la piel tersa de la pasión y el destino tan cómodo de los salteadores de caminos de las lealtades razonables. La muralla más alta es la de la hipocresía, aunque también se pueda expugnar.

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