No me escandaliza que el gobierno recorte el presupuesto de TV 3. Que la cierre, si quiere y se atreve, en un momento en que el paro bate todos los récords históricos, se sitúa en un 21 % de la población activa de España y se anuncia que alcanzará al 23 %, sin contar que entre los jóvenes este índice duplica. Eso significa una catástrofe pública sin precedentes, ante la que el gobierno ha llegado a cerrar quirófanos, reducir sueldos y bajar les pensiones de los jubilados, entre otros recortes en múltiples terrenos. Las florecientes
televisiones autonómicas no deben ser una excepción ni pueden serlo, aunque este recorte de otro servicio público afecte a mi gremio, a mis colegas.
televisiones autonómicas no deben ser una excepción ni pueden serlo, aunque este recorte de otro servicio público afecte a mi gremio, a mis colegas.
Dicho esto como contexto general, sería pura demagogia apuntar con el dedo a TV 3 e insinuar malévolamente que son unos privilegiados, como se ha intentado hacer. Yo también prefiero que cierren una parte de TV 3 antes que quirófanos de la Seguridad Social, como ya han cerrado. Pero según como se plantee la disyuntiva es falsa, manipuladora, burda e intolerable.
Resulta probable que la proliferación de televisiones autonómicas haya dado pie a excesos presupuestarios, algunos incluso escandalosos, como en Valencia. Eso no impide que sería injusto ponerlas a todas en el mismo saco. La Corporación Catalana de Radiotelevisión se ha distinguido generalmente por su calidad innovadora a la hora de dinamizar el hecho radiofónico y televisivo catalán. Quizás ahora no podamos seguir pagándolo al mismo nivel, pero en las sociedades civilizadas el bisturí presupuestario no se utiliza igual que una podadora. Me temo que el presupuesto destinado a TV 3 no es, proporcionalmente a su rendimiento, más elevado que el de muchos otros servicios públicos.
Puestos a cerrar, ¿por qué no cierran de una vez por probadamente innecesaria la cámara alta del Senado? ¿Por qué no cierran también los consejos comarcales, ante la imposibilidad de encontrarles una utilidad? ¿Por qué no cierran les Diputaciones, como proponía Pérez Rubalcaba durante la campaña electoral? ¿Por qué no recortan las asignaciones salariales y los servicios dispensados (dietas, secretarias, chóferes, etc.) a los políticos en activo o jubilados?
La demagogia es un recurso facilísimo de usar. Por más que pueda tener una parte incontestable de razón, el trazo grueso no es nunca la manera más ajustada ni ecuánime de actuar. De momento, lo que se ha recortado de entrada y de forma inapelable son los lugares de trabajo, los sueldos, las pensiones y los quirófanos. La lista se puede alargar indefinidamente, pero gobernar es tomar decisiones con discernimiento, con objetivos y con argumentos. Y se supone que en favor de la mayoría, al menos en teoría democrática.
Público, 30-11-2011
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