Toti Soler |
El guitarrista y compositor Toti Soler acaba de publicar el nuevo CD “Raó de viure”, con temas instrumentales y musicaciones de poemas de Pere Quart y Màrius Torres. En una elocuente entrevista que le hace Ignasi Franch en el semanario El Triangle de 25 de enero, las palabras de Toti Soler no tienen desperdicio: “En los años noventa compuse temas algo complicados, contemporáneos. Posteriormente he seguido un camino inverso: con la edad voy simplificando. Ya no
tengo los ardores de los 25 años, ni necesito correr o convencer a nadie. Tampoco creo en el virtuosismo, que muchas veces distrae de la música. Una pieza muy bien tocada puede no decir nada. Para mi el verdadero virtuosismo es transmitir emociones, no hacer las escalas muy de prisa. Hay miedo al silencio, pero es importantísimo. Miles Davis nos lo enseñó muchos años atrás, nos hizo salir de aquella impresionante cascada de sonidos de Charlie Parker. Decidió que todo aquello no era necesario, que con dos notas se podía expresar mejor que con treinta y dos. Después del jazz he pasado por muchos otros territorios, pero he intentado tener siempre presente que se deben dejar espacios, que los pensamientos y los sentimientos fluyen a través de los silencios. Si lo llenas todo de notas, no permites que la emoción se haga presente. Lo preocupante es cómo, cuando les cosas van maldadas, lo primer que se cargan es la cultura, que es la identidad del pueblo. ¿Es que nos queremos cargar nuestra propia personalidad? La cultura también es conocer y tener memoria”.
tengo los ardores de los 25 años, ni necesito correr o convencer a nadie. Tampoco creo en el virtuosismo, que muchas veces distrae de la música. Una pieza muy bien tocada puede no decir nada. Para mi el verdadero virtuosismo es transmitir emociones, no hacer las escalas muy de prisa. Hay miedo al silencio, pero es importantísimo. Miles Davis nos lo enseñó muchos años atrás, nos hizo salir de aquella impresionante cascada de sonidos de Charlie Parker. Decidió que todo aquello no era necesario, que con dos notas se podía expresar mejor que con treinta y dos. Después del jazz he pasado por muchos otros territorios, pero he intentado tener siempre presente que se deben dejar espacios, que los pensamientos y los sentimientos fluyen a través de los silencios. Si lo llenas todo de notas, no permites que la emoción se haga presente. Lo preocupante es cómo, cuando les cosas van maldadas, lo primer que se cargan es la cultura, que es la identidad del pueblo. ¿Es que nos queremos cargar nuestra propia personalidad? La cultura también es conocer y tener memoria”.
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