Un fotogramna de la película de Spielberg |
El estreno de la película Caballo de batalla, de Steven Spielberg, me ha llevado a pensar en la caballería durante la guerra civil española y el exilio que se derivó. Los caballos republicanos también se exiliaron. El informe Valière, presentado el 9 de marzo de 1939 en la Asamblea Nacional francesa a raíz del éxodo registrado en la frontera, contabilizaba 440.000 refugiados españoles: 220.000 militares, 170.000 mujeres, niños y ancianos; 40.000 civiles válidos, 10.000 heridos y 8.700 caballos y
mulos. La Segunda Brigada de Caballería Andalucía del ejército republicano, que participó en la batalla del Ebro, fue confinada con sus 834 caballos tras cruzar la frontera a principios de febrero de 1939 en los dos recintos militares de Colliure (el fuerte Mirador y el castillo real o de los templarios), mientras los animales eran conducidos al estadio Belmondo de la localidad.
Los oficiales y soldados del destacamento gozaron de un régimen de semilibertad, con prohibición de salir del municipio, pudiendo recibir visitas de franceses portadores de información o ayuda alimenticia. El régimen atemperado de internamiento les permitió participar en el entierro de Antonio Machado el 23 de febrero, como guardia de honor uniformada que condujo el féretro a hombros durante la comitiva. Pocos días después la brigada de caballería fue transferida al campo de Argelés, como todos los demás refugiados, mientras el castillo real de Colliure se veía convertido en penal disciplinario para los considerados peligrosos. De los miles de caballos no se habló más.
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