Ayer murió mi amigo Jojo Pous, en su casa de Collioure, víctima de un cáncer a los 85 años. Hasta ahora yo tenía por costumbre invariable a mi llegada a Collioure ir a saludar a dos viejos conocidos, Antonio Machado y Jojo Pous. Uno a la entrada del cementerio viejo, el otro en el bar más concurrido del pueblo, el de los Templiers, el negocio familiar que él regentaba. Antonio Machado me recibía con el aleteo vivísimo de los mensajes de afecto escritos sobre cualquier papel o placa que los visitantes dejan sobre la losa de la tumba. Jojo Pous me recibía con un abrazo, una exhibición luminosa de sus dientes de conejo y un vaso de “petit Banyuls”, el vino dulce ceremonial de esta
tierra. A Machado le comentaba algunas cosas de actualidad que le dan la razón retrospectiva en tantos aspectos. A Jojo también se las comentaba y, apoyados en la barra de su bar, pronto nos poníamos de acuerdo. A veces Jojo no estaba en aquel momento y el camarero exclamaba a mi llegada la misma frase que ya fijó Josep Pla a propósito del padre, René Pous: "El senyor Pús no hi és plús!". Un domingo del pasado mes de enero todavía almorcé en su casa con él, su mujer Josefina Matamoros, los hijos y los nietos que le visitaban. Jojo se arregló, comió un trocito de cabracho al horno recién pescado en Port Vendres, conversamos, tomamos esta foto risueña y, después de los postres, echó una cabezadita en su butaca preferida, mientras contemplaba por el balcón como la tramontana perfilaba al buril los contornos de sus colinas colliourenses de toda la vida. "El senyor Pús no hi és plús!". No me lo creo, no es cierto. Para mi y para muchos Jojo siempre va a estar. Los días de tramontana en Colioure tendrán siempre la claridad de la sonrisa de dientes de conejo de Jojo.
tierra. A Machado le comentaba algunas cosas de actualidad que le dan la razón retrospectiva en tantos aspectos. A Jojo también se las comentaba y, apoyados en la barra de su bar, pronto nos poníamos de acuerdo. A veces Jojo no estaba en aquel momento y el camarero exclamaba a mi llegada la misma frase que ya fijó Josep Pla a propósito del padre, René Pous: "El senyor Pús no hi és plús!". Un domingo del pasado mes de enero todavía almorcé en su casa con él, su mujer Josefina Matamoros, los hijos y los nietos que le visitaban. Jojo se arregló, comió un trocito de cabracho al horno recién pescado en Port Vendres, conversamos, tomamos esta foto risueña y, después de los postres, echó una cabezadita en su butaca preferida, mientras contemplaba por el balcón como la tramontana perfilaba al buril los contornos de sus colinas colliourenses de toda la vida. "El senyor Pús no hi és plús!". No me lo creo, no es cierto. Para mi y para muchos Jojo siempre va a estar. Los días de tramontana en Colioure tendrán siempre la claridad de la sonrisa de dientes de conejo de Jojo.
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