Contrariamente a lo que se acostumbra a pensar, no es cierto que un escritor catalán no haya recibido nunca el premio Nobel de Literatura. No ha sido concedido a ningún escritor en lengua catalana, pero sí a un catalán de expresión francesa, en 1985 al rosellonés Claude Simon. Nacido a Madagascar, donde el padre militar se encontraba destinado, su madre era perpiñanesa y el futuro escritor se crió en la capital del Rosellón. Posteriormente se instalaría en París, pero desde 1940 hasta la muerte sobrevenida en 2005 pasó una parte del año en su casa de Salses. Describió la ciudad de Perpiñán en varias novelas como
Le Tramway, L’Acacia o Le Vent. Este año se conmemora el centenario del su nacimiento, aunque corre el peligro de conmemorarse poco.
Le Tramway, L’Acacia o Le Vent. Este año se conmemora el centenario del su nacimiento, aunque corre el peligro de conmemorarse poco.
Este es el toque de alerta que acaba de lanzar Bernard Revel, mi antiguo colega del diario perpiñanés L’Indépendant, ahora cronista en la revista La Semaine du Roussillon. Opina con razón que la presentación prevista el mes de mayo en la céntrica librería perpiñanesa Torcatis del segundo volumen de las obras completas de Claude Simon en la prestigiosa colección Bibliothèque de la Pléiade y el coloquio sobre el autor el mes de octubre en la Universidad de Perpiñán no agotan la amplitud que debería tener el centenario. Propone, por ejemplo, que la dinámica y concurrida Mediateca o biblioteca municipal perpiñanesa reciba el nombre de Claude Simon, entre otras iniciativas ciudadanas.
Las propuestas de Bernard Revel siempre me han inspirado respeto y confianza, desde el momento de conocerle casi cuarenta años atrás en la redacción de L’Indépendant, aureolado por la condición suplementaria de corresponsal local del diario Le Monde. Cabe señalar que en la vida pública del país vecino actúan varios Bernard Revel, por la funesta manía francesa de no utilizar el segundo apellido materno ni siquiera cuando se trata de nombres de pila y apellidos muy corrientes que pueden inducir a confusión. El Bernard Revel de Perpiñán es el periodista, escritor y dramaturgo, autor de la obra de teatro sobre el mundo del periodismo estrenada con el título Sur quoi on ouvre, chef?, del libro biográfico La folle jeunesse de Charles Trenet o de la crónica sobre las luchas históricas de los viticultores Montredon, les vendanges du desespoir.
Soy un seguidor fiel de sus crónicas semanales (recopiladas en el libro Journal de la pluie et du beau temps en las Edicions del Trabucaire), por la calidad literaria, la independencia de criterio y la condición de termómetro rosellonés que demuestran. De vez en cuando se las comento en persona, cuando coincidimos en el encuentro de los primeros jueves de mes en el Café de la Poste de los “anciens” del diario. Bernard Revel sigue restándole importancia, con la misma pose discreta y reservada de cuando le conocí. Por mi lado, también le sigo viendo y leyendo con el mismo interés despierto de entonces. Le doy a menudo la razón, como ahora respecto a la conmemoración que merece el centenario de Claude Simon.
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