Durante cuatro años el poeta Quim Curbet recorrió con papel y lápiz entre los dedos cada uno de los 207 municipios de las comarcas gerundenses. Sacó un retrato personal, un reducido y centelleante esbozo al natural capaz de caber en el espacio de la columna de diario al que iba destinado. Ahora los ha recopilado en un libro, sin variar el formato humilde y nobilísimo de la columna. Se titula El viatge del gironauta y es una joya, un elogio de la fuerza del trazo del pincel fino, un monumento a la literatura descriptiva, a la capacidad fotográfica de las palabras inspiradas. Escritas y publicadas las columnas, el poeta regresa ahora a la carretera para presentar el libro recopilatorio en algunos de los municipios descritos, dentro de una especie
de world-tour gerundense que le lleva de acá para allá con la misma determinación del primer día (y que a veces refleja en su envidiable blog Barretedes.cat). En cada lugar invita al estrado a un introductor distinto. Quise asistir a la presentación convocada en Palafrugell, por razones de mi propia geografía sentimental y porque allí el introductor era el periodista palafrugellense Enric Serra, que también mantiene otro de los blogs que me interesan (Paraulescosides.wordpress.com). Enric Serra explicó de entrada que se trata de un libro de instantáneas, no de una radiografía, un análisis ni una guía. Dijo que era un libro de poesía visual delicada, pero no blanda, y que la literatura de viajes tiene el mismo mérito y la misma dificultad si habla de Sebastopol como si lo hace sobre Mont-rás.
de world-tour gerundense que le lleva de acá para allá con la misma determinación del primer día (y que a veces refleja en su envidiable blog Barretedes.cat). En cada lugar invita al estrado a un introductor distinto. Quise asistir a la presentación convocada en Palafrugell, por razones de mi propia geografía sentimental y porque allí el introductor era el periodista palafrugellense Enric Serra, que también mantiene otro de los blogs que me interesan (Paraulescosides.wordpress.com). Enric Serra explicó de entrada que se trata de un libro de instantáneas, no de una radiografía, un análisis ni una guía. Dijo que era un libro de poesía visual delicada, pero no blanda, y que la literatura de viajes tiene el mismo mérito y la misma dificultad si habla de Sebastopol como si lo hace sobre Mont-rás.
Dijo más cosas acertadas, antes de pasar la palabra a Quim Curbet para que soltase con la aparente intrascendencia de siempre dos de sus auténticas perlas naturales. La primera era una cita de Jules Renard, uno de los maestros de Josep Pla, que en su Journal escribió: “La patria es aquello que puedo abarcar un domingo por la tarde a pie –ahora diríamos en coche, puntualizó Curbet—alrededor de mi pueblo”. La segunda era del propio Curbet, formulada como de paso: “Más que cosas por decirme, tengo muchas cosas por explicarme a mí mismo, por ejemplo el territorio”.
Después puso un vídeo con los paisajes que el libro retrata, mientras sonaba como música de fondo la canción de Raimon sobre un poema de Salvador Espriu “He mirat aquesta terra”, interpretada por la voz de Sílvia Pérez Cruz. Ni tan solo los ilustres referentes visuales, poéticos y musicales de la filmación alcanzaban a eclipsar, a mi entender, las palabras escritas por Quim Curbet, por ejemplo en el artículo de la página 23 del libro, dedicado a Begur. Descabezar aquí su columna con una cita fragmentaria sería un crimen, porque las columnas --como tantas otras cosas, cuando están bien construidas— tienen una cohesión interna, unos cambios de ritmo y unas sinuosidades que no se pueden extractar impunemente.
El viatge del gironauta no es una enciclopedia cargada de fotografías que se venda a precio voluminoso. El libro cuesta 17 euros. Es uno de los más estimulantes que he leído últimamente, una de aquellas perlas que produce de vez en cuando la ostra de la literatura.
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