Los tabúes del sexo caen como moscas

Cada día me cae más simpático Uruguay, un “paisito” con originalidades, empezando por su talla encajonada entre dos gigantes como Brasil y Argentina. Ahora acaba de instaurar el Día del Sexo cada 11 de octubre. Ni que sea una iniciativa publicitaria interesada de marcas de preservativos, tiendas eróticas y clubs nocturnos, tiene su qué. Por otro lado –-o por el mismo--, aquí se acaba de estrenar (versión original subtitulada en Canal +2 los lunes a las 23h) la serie norteamericana de éxito Masters of Sex, basada en la vida del doctor William H. Masters y de su ayudante y amante Virginia E. Johnson, autores del célebre informe

estadístico y analítico Masters&Johnson que en 1966 revolucionó la percepción social del tema y recordó que el sexo es una cuestión central que "toca mecanismos profundos del alma humana”. 

El hombre es uno de los primates con sexualidad más activa –al menos en largas fases de la vida--, en celo casi permanente comparado con los demás de su especie. También es cierto que el homo sapiens se caracteriza por haber independizado la sexualidad de la estricta fecundación y haberla convertido en una satisfacción de mayor sentido. Este principio reviste aplicaciones variadísimas, incluso contrapuestas, en las que caben la ignorancia, la rutina, la manipulación, el sometimiento o el comercio.

Todos los humanos venimos de fábrica con un indiscutible deseo sexual, una de las pulsiones más nobles y auténticas. Libidinoso es un adjetivo calificativo, no descalificativo. Nos diferenciamos del resto de animales porque no mantenemos relaciones carnales solo cuando estamos en celo y establecemos tratos de pareja más duraderos. El sexo representa un universo que casi todos exploramos con infinitas sorpresas. Dejar de verlo como un tabú ha llevado su tiempo.