Para Daniel Grinberg y Ana Lazarini
Atahualpa Yupanqui pasó la Semana Santa de 1978 en el diminuto y agraciado pueblo ampurdanés de Monells, como él mismo recordó en una entrevista en que no dio detalles sobre cómo fue a parar allí, concedida tres años más tarde a raíz de una actuación en Palamós (Punt Diari, 22-7-1981). El enigma me ha interrogado largos años. Intuía que debía estar relacionado de algún modo con la llamada República Independiente de Monells, el grupo de artistas de distintas nacionalidades con residencia secundaria en la localidad, encabezados por el pintor August Puig y su segunda mujer, la sueca
Ingrid Hellström. Hacia los supervivientes de ese grupo he dirigido mis pesquisas.Atahualpa Yupanqui pasó la Semana Santa de 1978 en el diminuto y agraciado pueblo ampurdanés de Monells, como él mismo recordó en una entrevista en que no dio detalles sobre cómo fue a parar allí, concedida tres años más tarde a raíz de una actuación en Palamós (Punt Diari, 22-7-1981). El enigma me ha interrogado largos años. Intuía que debía estar relacionado de algún modo con la llamada República Independiente de Monells, el grupo de artistas de distintas nacionalidades con residencia secundaria en la localidad, encabezados por el pintor August Puig y su segunda mujer, la sueca
Más de tres décadas después de los hechos he podido aclarar por primera vez, gracias al hijo Pau Puig y a Joëlle Lemmens, que Yupanqui llegó a Monells desde Francia (donde ya residía una gran parte del año) invitado a la casa de la su amiga argentina Perlita Franco, casada con el artista plástico norteamericano Lawrence “Laurie” Barker, uno de aquellos integrantes de la legendaria e informal República Independiente de Monells. El matrimonio residía en Barcelona desde 1970 y veraneaba en una casa de este pueblo ampurdanés.
En realidad la amistad de Yupanqui procedía del padre, Juan Carlos Franco Páez, compositor e intérprete de canciones nacido en Tucumán en 1898, con quien a partir de 1927 había integrado el dúo Chavero-Páez de música folklórica argentina (escribieron en común el tema “Pa venirte a ver”, mientras que Franco es autor del instrumental “Imposible”, así como de letra y música de “Vidala del imposible”, que yo he escuchado cantar en vivo en mi casa a Juan Falú, en una versión recopilada por Andrés Chazarreta que se encuentra en YouTube). Chavero era el nombre que usaba entonces un joven Atahualpa Yupanqui, debutando con el apellido real.
El músico y cantante Juan Carlos Franco Páez era un joven militar de una familia de 14 hermanos, destinado en Jujuy. Se convertiría en figura de leyenda tras ser designado de oficio como abogado defensor en el consejo de guerra contra el tipógrafo y militante anarquista Severino Di Giovanni, fusilado el 1 de febrero de 1931 en Buenos Aires, una historia inmortalizada por Osvaldo Bayer en el libro de investigación Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia (Ed. Galerna, Buenos Aires, 1970) y luego en la obra de teatro de Leonardo Goloboff Aprendiz de hombre, escrita en 1999 y estrenada en 2004 en la capital argentina.
La brillante e inútil defensa jurídica realizada por Juan Carlos Franco Páez ante el consejo de guerra le costó la enemistad del ejército y un exilio temporal en Paraguay. Al regreso, rehabilitado, murió repentinamente durante un banquete militar, posiblemente envenenado. Atahualpa Yupanqui guardó siempre la memoria del compañero de juventud y la relación con sus hijos, entre ellos Perlita Franco, más adelante residente en Barcelona y veraneante en Monells, donde le invitó a pasar las vacaciones de Semana Santa de 1978.
Atahualpa Yupanqui escribió en Monells un poema en que lo alude explícitamente, cuyo manuscrito entregó a August Puig. Las fuertes lluvias caídas el Viernes Santo le llevaron a escribir al día siguiente estos versos:
Ayer murió Jesuscristo
y hoy llovió de madrugada.
El mundo eligió Monells
para derramar sus lágrimas.
¡Qué brillo sobre los prados!
¡Qué olor a tierra mojada!
Cómo cabalga el silencio
por la carretera larga.
Monells de las quietas piedras
¡adiós, que me voy mañana!
No es la única referencia catalana en la trayectoria de Yupanqui. Su primer profesor de música fue en el pueblo argentino de Pergamino un cura catalán (no especifica el nombre), quien le enseñó melodías tradicionales catalanas que nunca olvidó. Ya consagrado mundialmente y residente una parte del año en París, Julio Cortázar le dio un poema suyo ("El árbol, el río, el hombre") por si deseaba ponerle música. Atahualpa Yupanqui prefirió recitarlo en los conciertos, tocando como fondo instrumental con la guitarra una de aquellas melodías catalanas aprendidas en la niñez, concretamente "El testament d'Amèlia", tal como explica e interpreta él mismo en otro vídeo consultable en YouTube.
Ayer murió Jesuscristo
y hoy llovió de madrugada.
El mundo eligió Monells
para derramar sus lágrimas.
¡Qué brillo sobre los prados!
¡Qué olor a tierra mojada!
Cómo cabalga el silencio
por la carretera larga.
Monells de las quietas piedras
¡adiós, que me voy mañana!
No es la única referencia catalana en la trayectoria de Yupanqui. Su primer profesor de música fue en el pueblo argentino de Pergamino un cura catalán (no especifica el nombre), quien le enseñó melodías tradicionales catalanas que nunca olvidó. Ya consagrado mundialmente y residente una parte del año en París, Julio Cortázar le dio un poema suyo ("El árbol, el río, el hombre") por si deseaba ponerle música. Atahualpa Yupanqui prefirió recitarlo en los conciertos, tocando como fondo instrumental con la guitarra una de aquellas melodías catalanas aprendidas en la niñez, concretamente "El testament d'Amèlia", tal como explica e interpreta él mismo en otro vídeo consultable en YouTube.
Los miembros de la República Independiente de Monells que le acogieron se fueron disgregando con el paso del tiempo. Hoy en Monells hay una pequeña escultura de Marcel Martí que recuerda el emplazamiento del taller del pintor August Puig, sin embargo no prosperó la idea de colocar una placa con los versos que Atahualpa Yupanqui dedicó en 1978 al “Monells de las quietas piedras”.
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