Durante largos siglos la poesía fue considerada como el género protagonista de la literatura. Ahora es la novela quien vende infinitamente más ejemplares en las librerías que los versos. Dentro de esas fluctuaciones de la cotización, todavía sigue pasando por género menor el articulismo, la columna periodística, la crónica, el reportaje. Se trata de un error, una más de las equivocaciones comunes, las arbitrariedades de la moda y las manipulaciones de las listas de más vendidos. Hace tiempo que el articulismo ha alcanzado una calidad literaria de altura indiscutible, a veces superior a otros géneros de la literatura. Me ha reafirmado de nuevo en esa convicción el último libro
Vuit i nous i cartes que no lliguen, de Eduard Puig Vayreda, recién editado en Figueres como recopilación de sus artículos en la prensa local o en su blog, con el añadido de algunos textos derivados de conferencias y presentaciones escritas por el autor los últimos años. Igual que en sus libros anteriores, a menudo recopilaciones del mismo tipo publicadas por editoriales figuerenses, es una delicia de primer nivel, digan lo que digan los rankings.
Esos mismos rankings han puesto los ojos en blanco y manifestado últimamente la mayor admiración y reverencia por la inesperada recopilación de articulismo alemán publicada por la editorial barcelonesa Acantilado con el título La eternidad de un día. Clásicos del periodismo alemán (1823-1934). Se trata de otro descubrimiento, un nuevo reconocimiento de la importancia del género, ni que sea circunscrito a un espacio y un tiempo tan determinados y aleatorios.
La ciudad de Figueres actual, por no remontar más atrás en el tiempo, ha dado como mínimo tres grandes, enormes articulistas: Joan Guillamet, Narcís Pijoan, Eduard Puig Vayreda. Es posible que el localismo barcelonés no se haya enterado, porque dentro de un país tan pequeño también prolifera la pereza mental, la miopía cultural o la pura, simple y triunfal ignorancia.
Josep Pla o Gaziel no fueron más que articulistas ampurdaneses sólidamente encuadrados en la prensa y las editoriales barcelonesas. Posteriormente han aparecido otros, como los que acabo de señalar. No han dispuesto del mismo encuadramiento, aunque sostienen, prolongan y perfilan la misma nota prodigiosamente afinada.
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