Hoy jueves a las 14h21 hora solar comienza el otoño y lo hace por convenio. El inicio astronómico de las estaciones viene marcado por la convención internacional que lo sitúa en el momento en que la Tierra pasa por una determinada posición en su órbita alrededor del Sol. Las horas de luz solar se acortan y el día y la noche tienen la misma duración (la palabra equinoccio deriva del latín aequinoctium o aequus nocte, "noche igual"). Tal vez por essa cuestión lumínica se atribuye al otoño una imagen melancólica y crepuscular exagerada. En realidad ofrece momentos del año de una vitalidad culminante, barnizados por la luz licorosa y mansa de después de la vendimia. Las horas de claridad se acortan, los días no. Los días
maduran, se aquietan, se aplacan, se preparan para invernar. Llueve algo más, afortunadamente. Aparecen las mejores setas, la uva de “km 0”, los higos, las confituras, los platos de caza con sabor a bosque. En las playas recogidas se está mejor que nunca, los mediodías propicios.
maduran, se aquietan, se aplacan, se preparan para invernar. Llueve algo más, afortunadamente. Aparecen las mejores setas, la uva de “km 0”, los higos, las confituras, los platos de caza con sabor a bosque. En las playas recogidas se está mejor que nunca, los mediodías propicios.
No siento la supuesta melancolía del otoño como un decaimiento ni un presagio triste, cenizo, enfriado. El otoño me estimula igual que las demás estaciones a hacer y sentir las cosas propias del momento.
La estación tercera no ostenta ningún liderazgo, pero se defiende perfectamente frente a las ventajas e inconvenientes de las otras tres. No le veo ninguna metáfora natural sobre la decadencia. Más bien le encuentro una metáfora del goce de la maduración (que solo para los pesimistas y cínicos representa el paso previo a pudrirse).
Se dan en el otoño decadencias, claro está, como en cualquier otra estación. Ya sabemos que el rebrote general es característico de la primavera, sin embargo en otoño también rebrotan algunas cosas, algunas promesas. En el supuesto que nuestra civilización haya entrado en una fase otoñal, algo bien posible, no significa la condena a muerte, sino la necesidad de acumular fuerzas para reverdecer.
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