13 sept 2016

Quince años de les Torres Gemelas: la guerra sigue igual o peor


Este último 11 de septiembre se cumplieron quince años del atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York que costó cerca de 3.000 muertos. Hace dos años abrió las puertas el nuevo rascacielos neoyorquino de 104 pisos que ocupa el lugar de las dos torres abatidas. No se realizó ningún acto inaugural, no se cortó ninguna cinta. Los primeros 500 empleados de las oficinas eran del grupo editor Condé Nast, que publica revistas como The New Yorker, Vanity Fair y Vogue. El edificio quería simbolizar la capacidad de superación de la barbarie terrorista, el reto del retorno a la normalidad, una mirada hacia el futuro. El pasado mes de marzo abrió en el
subsuelo el nuevo intercambiador de transporte público (once líneas de metro, trenes de cercanías) diseñado por el arquitecto Santiago Calatrava con dos enormes alas de acero en la superficie emergida del vestíbulo y la gigantesca plaza bajo tierra con luz natural, revestida de mármol blanco. La Zona Zero ya no es solo un mausoleo ni un memorial.
Quedan por construir dos rascacielos más. La futura Torre 2 completará dentro de cinco años, en el momento del vigésimo aniversario del atentado, la reconstrucción total del complejo destruido. A la vez, ninguno de los candentes problemas bélicos declarados en múltiples países del mundo musulmán ha encontrado desde entonces la más mínima solución, aunque la profesionalización de las fuerzas armadas occidentales y la tecnología disminuyan el volumen de sus soldados sobre el terreno. El presidente Obama ni siquiera ha podido cumplir la promesa electoral de cerrar la cárcel “alegal” de Guantánamo. 
La Torre 2 será la sede central de la multinacional de medios de comunicación 21st Century Fox y también de la News Corporation, del magnate conservador Rupert Murdoch. De este modo quedará demostrada la capacidad de reacción del capital financiero y el sector inmobiliario norteamericano, así como la incapacidad de acción del sector político para encontrar soluciones a las distintas guerras en que se ha involucrado, con la consiguiente movilización de la industria armamentista en las tareas de destrucción y del resto de actores económicos en las de reconstrucción, allí donde se reconstruye. La guerra sigue igual o peor que quince años atrás. 
La reciente tregua ruso-americana en Siria está todavía por demostrar y tan solo implica a uno de los focos del conflicto. El terrorismo islamista en los países occidentales destiñe sobre los musulmanes residentes de primera, segunda o tercera generación, señalados como caldo de cultivo de todos los males por los xenófobos, por los bajos instintos que algunas mentalidades son los que tienen más a flor de piel, sobre todo cuando tratan de confundir los problemas como forma de no resolver ninguno.


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