Quienes a lo largo del año se acercan a la magnífica colegiata románica de Vilabertrán en las afueras de Figueres o asisten a alguno de los conciertos veraniegos de la Schubertíada desde hace 25 años, deben extraer una impresión de monumento histórico rehabilitado, abierto al público y dotado de actividad. Sus defensores opinan lo contrario. Lo pusieron de relieve con ocasión de la reciente presentación de la monografía Santa Maria de Vilabertran, la preservació del conjunt monumental, del historiador Josep M. Gironella, publicada por la Fundació Albert Tomàs i Bassols. El editor y mecenas Albert Tomàs se preguntó: “¿Cómo es posible que, entrados en el siglo XXI, haya tan cerca de Figueresun conjunto monumental tan
rico casi cerrado, del que nadie, ni siquiera la propiedad, sabe qué hacer con él? No se utiliza, no se promociona y, lo que es peor, no hay ningún plan de futuro. No se ha tomado en serio ninguna de las ideas aportadas con el paso de los años para dotarlo de contenido”.
rico casi cerrado, del que nadie, ni siquiera la propiedad, sabe qué hacer con él? No se utiliza, no se promociona y, lo que es peor, no hay ningún plan de futuro. No se ha tomado en serio ninguna de las ideas aportadas con el paso de los años para dotarlo de contenido”.
El libro hace un repaso exhaustivo a la historia de la colegiata y las campañas de restauración llevadas a cabo desde 1928 por las administraciones públicas. El monumento pertenece actualmente a la Generalitat y su gestión a la Agencia Catalana del Patrimonio Cultural.
La presentación coincidió con la segunda vez que el Consejo Comarcal del Baix Empordà declaraba desierto el concurso para la gestión del también restaurado monasterio románico de Sant Miquel de Cruïlles, cerca de La Bisbal. No optó ninguna empresa. No debe ser por falta de técnicos del ramo, ya que la Universitat de Girona imparte un Master Interuniversitario en Gestión Cultural y otro Master en Turismo Cultural.
El Consejo Comarcal tiene cedida desde 2006 por el Obispado de Girona la gestión del monumento por un período 90 años. En el pliego de condiciones pedía que la empresa adjudicataria se responsabilizara durante tres años, a cambio de un canon de 2.000€ anuales, de la apertura cuatro días por semana, el cobro de las entradas, las visitas guiadas y la definición de un programa de actividades estables que contribuya a generar un flujo de público, aunque no se trate de alcanzar los 200.000 de Empúries o los 100.000 de Sant Pere de Roda.
Conserva fragmentos de pinturas románicas restauradas de gran valor. La famosa Viga de Cruïlles, de 370 cm de largo, pintada al temple el siglo XIII, formaba parte del baldaquín del altar mayor. Fue hallada en 1936 por Joan Sutrà Viñas durante el desmontaje y restauración del retablo. Actualmente se expone, igual que la Viga y el no menos famoso Cristo en Majestad de Cruïlles, en el Museo de Arte de Girona.
La restauración de Sant Miquel de Cruïlles concluyó a finales de 2014 con una aportación de 400.000€ de la Fundación la Caixa, en el marco del programa Románico Abierto. Se reforzaron los muros exteriores, se restauró el campanario nuevo y el viejo, se instaló el alumbrado eléctrico interior y se procedió a trabajos arqueológicos internos y externos.
El recinto aun requiere algunas obras complementarias, como el acceso para personas de movilidad reducida, la habilitación de una zona de aparcamiento y la construcción de unos baños para los visitantes. Flamantemente restaurado, pero sin uso, inerte, desperdiciado.
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