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La ofensiva independentista ha sido la oportunidad para que el partido español con más casos judiciales de corrupción de Europa forje el consenso, dentro y fuera del país, para implantar una involución democrática, una democracia autoritaria. El independentismo, tal como ha sido planteado, no ha encontrado apoyo de peso suficiente. Pretende sustituir con movilizaciones ciudadanas el hecho de no tener tampoco en Catalunya la mayoría electoral ni social y le importa poco la fractura de la sociedad catalana en dos mitades. La política del PP no ha sufrido en absoluto de su falta clamorosa de mayoría parlamentaria en el Congreso de Diputados. El Pedro Sánchez combativo del
“No es no” se ha apresurado a alinearse con el orden establecido a cambio de modificarlo eventualmente en el futuro. La única fuerza que se ha enfrentado es la izquierda alternativa de Podemos.
La ofensiva independentista ha sido la oportunidad para que el partido español con más casos judiciales de corrupción de Europa forje el consenso, dentro y fuera del país, para implantar una involución democrática, una democracia autoritaria. El independentismo, tal como ha sido planteado, no ha encontrado apoyo de peso suficiente. Pretende sustituir con movilizaciones ciudadanas el hecho de no tener tampoco en Catalunya la mayoría electoral ni social y le importa poco la fractura de la sociedad catalana en dos mitades. La política del PP no ha sufrido en absoluto de su falta clamorosa de mayoría parlamentaria en el Congreso de Diputados. El Pedro Sánchez combativo del
“No es no” se ha apresurado a alinearse con el orden establecido a cambio de modificarlo eventualmente en el futuro. La única fuerza que se ha enfrentado es la izquierda alternativa de Podemos.
Haber perdido alegremente el espacio social aglutinador y transversal del PSC en Catalunya, por méritos propios acumulados, favorece la nueva base social de los Comuns y también la de Ciudadanos. La cuestión pendiente de aclarar en las urnas en qué proporción cada una.
Los severos recortes sociales de los últimos años, aplicados con toda la convicción en Catalunya por el presidente independentista Artur Mas, se vieron sistemáticamente disimulados en un segundo plano por el movimiento soberanista. Ahora tenemos que soportar los recortes sociales y también los políticos.
La derecha más rancia ha sabido aglutinar a los intereses creados y los sentimientos conservadores. El independentismo se consuela con una movilización ciudadana tras otra. Sin embargo la movilización ciudadana que cuente más será la de las urnas y tal vez ni siquiera esta aclare gran cosa, mientras los de allá y los de aquí siguen exhibiendo su capacidad de manipular los sentimientos sin resolver absolutamente nada y empeorando las condiciones de convivencia.
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